El Real Valladolid ha tenido que remontar en cuatro ocasiones resultados adversos, aunque nunca ha culminado la heroicidad

Remar contracorriente no es bueno. Aun así, al Real Valladolid le gusta. Parece que el conjunto de Juan Ignacio Martínez necesita ese punto de motivación para espabilar. El último precedente se produjo el pasado domingo, cuando empataron ante el Elche después de ir perdiendo por cero a dos.
La película no era nueva para ninguno de los aficionados que presenciaron el partido en Zorrilla. Aunque, en esta ocasión, las sensaciones fueron más parecidas a las del día de la Real Sociedad. Ebert tuvo en sus botas la posibilidad de dar los tres puntos, al que ya es su ex equipo, con un penalti que erró. Frente a los ilicitanos no fue así, pero sí que tuvieron oportunidades para alzarse con el triunfo.
El Real Valladolid no es un equipo que sepa dar la vuelta a los encuentros cuando el otro equipo abre el marcador. A la vista está que solo ha conseguido algo positivo cuatro veces. La primera fue ante el Levante, en tierras valencianas. Guerra tuvo que anular el gol de Babá con otro tanto y el equipo se puso el mono de trabajo –penalti detenido por Mariño, incluido– para aguantar el empate, durante cincuenta minutos, con un jugador menos.
Después llegaron los encuentros que terminaron con mucho en común. Los tres se disputaron en Zorrilla, donde los equipos visitantes se pusieron con una ventaja de dos goles y concluyeron con idéntico resultado. El dos a dos resaltaba en el electrónico tras cumplirse el tiempo reglamentario en todos los partidos.
El Sevilla fue el primero en sufrir en sus propias carnes la dosis pucelana de ‘testiculina’. Manucho, primero, y Ebert, poco después, lograron meter el balón en la portería rival, casi al final. Pasaba el minuto ochenta cuando el angoleño daba esperanzas a la parroquia vallisoletana, que seguía celebrando el gol cuando, 180 segundos más tarde, el alemán devolvía el empate al marcador para convertir el estadio en una fiesta.
Foto: Real Valladolid
De la misma forma, y casi en el mismo tramo, llegaron los goles frente a la Real Sociedad. Esta vez fue casi en el ochenta. Solo hubo dos minutos de diferencia entre uno y otro. Larsson y Guerra se convirtieron en héroes, aunque Ebert lo pudo ser más. Del cero a dos al dos a dos y rozando la épica victoria. El Real Valladolid utilizó el mismo plan de trabajo para conseguir el resultado: golpear y volver a hacerlo cuando el rival se está levantando del suelo. Un punto que dejó a más de uno con sabor agridulce.
Al igual que contra el Elche. Han tenido que pasar varios meses para que el conjunto blanquivioleta volviera a tirar de épica. Osorio fue el superhéroe y, con sus dos tantos, pescó en terreno embarrado. De nuevo en minutos parecidos y con poca diferencia entre los goles. A los de Martínez les cuesta hacer daño, pero cuando lo hacen vale doble. Eso sí, todavía les falta ese punto para culminar las remontadas y finalizar con una victoria.