La dudosa adaptación de los fichajes de verano, el estado físico de figuras trascendentes, la inestabilidad en el ideario de juego y la carencia en posiciones determinadas han dañado al Real Valladolid
3. Inadaptación de las contrataciones del mercado estival
De las seis incorporaciones del Real Valladolid en verano, solo Diego Mariño y Fausto Rossi se han ganado la confianza del técnico pucelano. El guardameta gallego ha sido el futbolista más valorado en sus primeros pasos como blanquivioleta; ha disputado todos los minutos posibles en Liga, agradando gracias a sus notables intervenciones.
El mediocentro italiano, por otro lado, ha ocupado el lugar de Víctor Pérez en el centro del campo y ha alternado actuaciones de liderazgo –ante Valencia o Rayo Vallecano- con otras en las que no se ha distinguido. La paulatina adaptación de Pérez a la exigencia de Primera División ha desencadenado variaciones en la posición del manchego, aunque Rossi se ha mantenido en la medular. Con Rubio, Rossi y Víctor en el mismo once, este último se ha desempeñado en tres cuartos de cancha; sin Rubio, los dos mediocentros más ofensivos han ocupado la franja ancha.
Elecciones que Martínez no puede administrar con la misma seguridad en la parcela defensiva. El lateral izquierdo Zakarya Bergdich, en un principio llamado a competir por el lateral izquierdo con Carlos Peña, ha sido utilizado por Juan Ignacio en el extremo zurdo y, en momentos puntuales, como delantero. Pero el exfutbolista del Lens, lejos de destacar en la faceta defensiva, solo ha desvelado aptitudes en velocidad, no en lectura de juego ni en la toma de decisiones ofensivas.
Tampoco Gilberto Alcatraz se ha aclimatado. Ni a la competición, ni al entorno. En la primera vuelta de La Liga, ha cumplido un papel secundario, siempre a la sombra de Antonio Rukavina. En Mestalla, completó su mejor partido con la blanquivioleta –gol incluido-, pero su endeblez no le está permitiendo pugnar por cotas más altas y, alienado, se plantea una salida del club.
Pero el resbalón más sonoro de la dirección deportiva se ha producido con el fichaje del central Heinz Barmettler. A prueba en Pinatar, logró convencer a Juan Ignacio para reforzar la línea de zagueros, exigua tras la salida de Sereno y la sola presencia de Valiente y Rueda. El día a día y las sesiones preparatorias lo han retrasado hasta una posición meramente testimonial en los planes del técnico alicantino, lo que ha reavivado la búsqueda de un sustituto más fiable para los dos centrales titulares.
Por último, uno de los hombres que más ha costado atraer hacia Valladolid, Humberto Osorio, ha acumulado decepciones entre la afición blanquivioleta. El colombiano, también afectado por las lesiones, ha jugado en diez de los diecinueve encuentros ligueros –al igual que Manucho y Larsson-, pero el último césped que pisó en Liga fue el del Bernabéu, en noviembre. Desde entonces, su trascendencia se ha reducido a cero.
4. Indefinición del modelo de juego y de los mecanismos para exprimir el nivel de la plantilla
El regreso del Valladolid a Primera División le trasladó a la realidad. El juego de posesión y ‘protagonismo’ propugnado por Djukic perdía eficacia cuando el adversario poseía más calidad y las herramientas para descabezar los mecanismos que han elevado al conjunto castellano a la máxima categoría. Entonces, comenzó a aparecer el descrito como ‘Plan B’ en el que Manucho era el primer hombre presionante, el juego directo se anteponía al estático, la producción por bandas se exprimía y las segundas jugadas, además de Óscar, se traducían en victorias.
En la primera vuelta de la actual campaña, al cuadro blanquivioleta se le ha acusado de endeblez defensiva, pero también de indefinido e irregular, preso del arrebato cuando percibía el aliento de la derrota, pero incapaz de envolver al rival; incapaz de encontrarse. Juan Ignacio dedujo, sobre todo después del golpe encajado por la ausencia de Óscar, que el camino más rápido y vertical para alcanzar el área contraria, en escenarios de urgencia, podía ser el juego directo hacia dos puntas.
Guerra se ha destapado en este contexto como un goleador infatigable –sellando el año como el cuarto más efectivo de Europa-, pero ha visto cómo sus compañeros de línea no terminaban de instalarse a su lado. El sistema asimétrico de doble pivote y dos interiores –uno más abierto que su paralelo- tampoco ha suavizado las contrariedades que experimenta el club pucelano.
El retorno de Óscar ha restituido el dibujo de tres mediapuntas y un delantero que había ideado Juan Ignacio para el mediapunta. Un retorno que no ha refrescado, todavía, el viciado ambiente que ha envuelto el juego de los blanquivioleta. Sin embargo, el Real Valladolid aguarda una segunda oportunidad de la fe si futbolistas esenciales continúan acumulando minutos y partidos como Víctor, Óscar, Rubio, Rossi, Ebert y Guerra. Por el fondo han caminado, solo queda escalar.
5. Falta de extremos puros -y defensores- en condición de competir
Por último, el conjunto capitaneado por Martínez ha padecido la escasez de rotaciones en algunas posiciones específicas. La más delicada afecta al centro de la defensa, donde solo cuenta con Rueda y Valiente, ya que Barmettler, el único central específico suplente, no ha demostrado categoría para batallar por un puesto. El Real Valladolid se atiene al mercado de invierno y reza por el vigor y la salud de ambos centrales.
Pero, en banda, Juan Ignacio Martínez no encuentra ningún futbolista regular ni un extremo abierto, exceptuando de su búsqueda a un Patrick Ebert menos dominante que en el pasado, igualmente peligroso y, como acostumbra, ensombrecido por las lesiones que lo acompañan como una mascota a su dueño, sin margen.
Valdet Rama ha ido despidiéndose, en un silencioso lamento, de la competición, perdiendo lo que un día tuvo: rodaje, iniciativa, error y desesperación. Su aportación se limita a minutos olvidados. En el caso de Omar, se ha desempeñado durante buena parte de tiempo en una banda que no es la suya –la derecha- y, como zurdo que se precie, ha desvelado con descaro su querencia por acudir al corazón de la cancha. No es un extremo puro y, a cincuenta metros de su entorno, no ha sabido adaptarse.
Tiempo y profesionalidad. Son los postes a los que se aferra el cuerpo técnico para devolver la realidad, agitada, a un estado de calma y concentración. El equipo pucelano transita todavía en el ecuador de La Liga. Y las debilidades, contratiempos y potencialidades son conocidas por todos. Existe margen para reorientar la travesía degenerada.
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