Hermanos, quiero que atendáis mis palabras. Grazie
Quería decir lo que pienso…Cuando entro en el campo yo intento dar de mi mejor y juego para todas las personas que aman a la camiseta que llevo, como todos mi compañeros. Ustedes contra en momentos de dificultades no ayuda a nadie y no resuelve ningún problema. Entro siempre en el campo con la idea de ganar… juego para ganar! Soy joven y si no hubiese hambre de victoria no podría hacer este.
Amo lo que hago y aún más respeto a los colores que puerto y que hasta el último intentaré honorar. No creo de no haberlo demostrado con humildad y trabajo. Nosotros equipo y ustedes aficionados en este momento debemos permanecer unidos porque la confianza recíproca es importante para poder remontar. Trabajamos duro y todos juntos! Volvemos a ganar y siempre AÚPA PUCELA!
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Así se expresaba el mediocentro italiano a través de Twitter cerca del mediodía. No ha sido Carlos Suárez, ni Juan Ignacio Martínez, ni alguno de los capitanes del vestuario blanquivioleta, sino el último en llegar, Fausto Rossi, el que con sus palabras más ha calado en una afición que según cómo se ha expresado el transalpino debe permanecer unida, trabajando duro junto al equipo.
¿Debe preocuparnos o alegrarnos el hecho de que el último en llegar, el novicio, sea el que de forma rotunda primero se haya expresado ante la situación del equipo? Desde un punto de vista objetivo, y señalando al grupo, sí, pero tenemos que tener en cuenta quién es ‘Il Emperatore’.
A tenor de sus palabras es un jugador joven, que lo da todo en el campo y que siempre intenta honrar el escudo «que lleva en su pecho». ¿Podemos creernos que esto es así? Desde aquí, servidor lo afirma con rotundidad. Además lo asevera con vehemencia. No estamos ante las prototípicas declaraciones de un futbolista, ni ante las hipócritas palabras de quien no predica con el ejemplo, que de estos, de ejemplos, vamos sobrados.
El mensaje de Rossi no es solo el reclamo a una afición, es también un mensaje claro hacia esta, un gancho incipiente que viene a decir que todos navegamos en el mismo barco, y que si este cuenta con agujeros, debemos arrimar el hombro todos para tapar los citados, porque de no ser así, el barco se nos hunde.
¿Debería alguno avergonzarse al ver al pipiolo italiano sacando la cara por su equipo? Sí. Mas alguno se preguntará si estas palabras no pecan de «tribuneras», o lo que es lo mismo, si Fausto Rossi, en un alarde de complicidad, se alía con la grada, protegiéndose las espaldas y dando muestras de no querer desagradar a nadie, porque «para unos meses que le quedan aquí…».
Ustedes son libres de pensar como les plazca. El que suscribe solo puede mostrarse orgulloso de poder contar con un jugador de su talla. Hace tiempo barruntaba aquello de que el Real Valladolid daría más a Rossi de lo que este podría dar al equipo. Parece ser que las lecciones de ‘Il Emperatore’ no han hecho nada más que comenzar.
Mille grazie, bambino!