Análisis del próximo rival del Real Valladolid

Lo ha dicho Juan Ignacio Martínez mil veces en el corto periodo que lleva en Valladolid, no le gusta el uso de la palabra ‘final’ para todos y cada uno de los encuentros trascendentales a los que se enfrenta el Pucela. No señor, no le gusta, pero si hay un partido que se merece este nombre después de casi la mitad de campeonato, es este.
Transcurridas diecisiete jornadas, y tras concluir el año con un sabor de boca pésimo en Cornellà, el Real Valladolid recibe a un Betis colista en una situación peliaguda. Ya no solo una derrota, sino un empate ante un débil equipo verdiblanco supondría meterse en problemas en la clasificación, por lo que solo vale un resultado este sábado en Zorrilla, que no es otro que el de llevarse los tres puntos.
Colista ¿inmerecido?
Otro detalle que recordaba Juan Ignacio Martínez en la comparecencia de prensa previa al choque ante los andaluces este jueves es que el puesto en la clasificación de estos es justa… o no. «Si ves su último partido contra el Almería, no merecieron perder. No podemos confiarnos«, dejó caer el entrenador blanquivioleta. Y es que los de Juan Carlos Garrido descansan en el farolillo rojo de la tabla con solo diez puntos en diecisiete jornadas.
Un Juan Carlos Garrido que, precisamente, se convirtió en el nuevo entrenador del Betis tras del despido de Pepe Mel hace ya un mes. Eso, sumada la marcha de Stosic como director deportivo por petición popular y los malos resultados del equipo dejan bien a las claras la crisis institucional y deportiva en la que está inmersa el histórico cuadro andaluz.
Apenas dos victorias –Valencia y Villarreal son los únicos que han hincado la rodilla en Sevilla- en diecisiete jornadas se han convertido en un paupérrimo balance de temporada que ha hecho que la grada se ponga de los nervios. Aunque bien es cierto que los verdiblancos se encuentran a cinco puntos de la salvación que marca precisamente el Valladolid, por lo que una victoria visitante este sábado en Zorrilla igualaría bastante las cosas.
Obviamente no solo se trata de los malos resultados obtenidos en Liga, sino también de las sensaciones transmitidas. Jugadores y afición notan en muchas ocasiones la presión de una situación comprometida, aunque curiosamente el equipo sigue vivo tanto en Europa League, competición a la que se clasificó muy meritoriamente la temporada pasada y donde se verá las caras con el Rubin Kazan en dieciseisavos de final, como en Copa, donde eliminó al Lleida, no sin tener que sudar sangre.
Y es que los béticos pasaron gracias al 1-2 de la ida en Cataluña, ya que en la vuelta hubo que pasarlas canutas con un 2-2. Porque en Liga se les ha olvidado lo que es ganar, ya que han pasado más de tres meses desde aquel 1-0 al Villarreal en la séptima jornada.
Visitante cándido

No acaban ahí los malos números del Betis. De los diez puntos que le hacen estar como colista, tan solo uno ha salido de sus aventuras lejos de casa. Un simple empate, precisamente en el mismo lugar de la última visita del Pucela, en Cornellá – El Prat, es el mejor resultado de los verdiblancos como visitante esta temporada, lo cual dice bastante de sus pocas cualidades lejos de Heliópolis.
Por si fuera poco, de los quince goles a favor que acumulan solo seis han sido en calidad de foráneo, algo que hace bastante contraste con los treinta y seis encajados, veinticuatro de visitante. Un problema muy serio a resolver el de la defensa andaluza.
Curiosidad del rival de esta jornada: El fútbol, en muchas ocasiones, hace que las personas crucen la frontera entre lo razonable y lo que no lo es. Hubo una vez en que el histórico jugador bético Rafael Gordillo dejó su coche aparcado en una céntrica calle de Sevilla, cuando un amigo de lo ajeno decidió llevarse sus tapacubos. En cuanto el ladronzuelo se enteró de quién era el dueño del coche, no dudó en devolvérselos personalmente con otros cuatro de regalo.