No apto para imberbes. La distinción, ya no solo de porte y clase, sino en la versión más diferenciadora posible. Xabi Alonso no es un producto para niños, tanto como ente público como futbolista.
Algunos guardamos todavía en la memoria de nuestra retina imágenes añejas de un Xabi con el pelo ‘a cazuela’, portando la zamarra de la Real Sociedad, y siendo ya el timonel de un equipo que luchó hasta el último momento con el Real Madrid por el título de liga. Eran otros tiempos, la liga no era cuestión de dos (o tres), y un conjunto con futbolistas como Karpin, Kovacevic o Nihat podía competir con el Real Madrid de los galácticos. Lo dicho, cualquier tiempo pasado nos parece mejor.
Ya por entonces, Xabi esgrimía todas las características que harían de él un futbolista de una envergadura terrible. Un dominio de la posición y del juego envidiables, un desplazamiento en largo milimétrico y plásticamente casi inigualable, un golpeo del balón exquisito… Pero si el tolosarra quería crecer, debía abandonar el nido, y así hizo. Con dirección a Liverpool etiquetó su equipaje para no caminar solo.
Allí, en la ciudad de The Beatles, es donde nuestro protagonista adquiere esa distinción que hoy por hoy le caracteriza. Su progreso en lo meramente futbolístico -con una Champions League de por medio- fue espectacular, y desde España observábamos con envidia cómo el público inglés disfrutaba de lo que a juicio de cualquier analista era un jugador top.
Ese paso por las islas hizo de Xabi Alonso lo que hoy en día es. Hay que ser hombre para entender al hombre, o lo que es lo mismo: a Xabi hay que observarle desde la distancia, y no quedarse en lo que a simple vista pueda ofrecer. Hay que peinar alguna cana para disfrutarlo con más ganas.
Hoy por hoy, Xabi Alonso puede ser el ejemplo más reconocible de lo que es un señor. Su lesión, tomada con el poso característico que le acompaña, puso en alerta al Real Madrid. Él, mientras tanto, sabía que cuando llegase, lo haría al cien por cien, listo para tomar de nuevo el mando de la nave blanca. Eso es ser un hombre: tomarse las cosas con una pausa meditabunda, no querer correr más de lo que el cuerpo deja, y dejar las cosas claras desde un primer momento.
Por esto, porque Xabi Alonso es un producto exclusivo para hombres, lleva barba. Vestido de Emidio Tucci, pipa en mano y leyendo la prensa. Una copa de whisky cerca… Lo que viene siendo de toda la vida un hombre, nada que ver con los que todavía mojan la cama.