Me llamo José Manuel García, y tengo el pecho rojillo de aporrearlo con mi menudo puño de hierro cada vez que veo que mi corazón se desboca y grita un gol de mi equipo.

Soy calavera, no soy niño de espera. Vivo jugando con mi equipo, y, a veces, jugando, vivo con mi equipo. Porque es lo que soy, un niño que al no le faltan demasiados dedos en la mano para contar primaveras. Se me aplica el dicho de que yo cumplo temporadas, es falso. No concibo no estar en Osasuna solo nueve meses, me falta tiempo para disfrutarlo, por eso empiezo pronto.
Soy el sueño de todo aquel que tras jugar con el equipo de su barrio camina con las medias enfundadas al estadio de su equipo. Sí, puedo ser el niño más afortunado del mundo, no necesito mandos, ni cables, ni consolas para verme jugando con los de los cromos. Yo no juego a solas, yo ya soy un cromo.
La vida es un soplo tan rápido que de un momento a otro te caes de la valla al campo. Tan pronto te encuentras enfundado en un furor irracional que hace que te sobre cualquier prenda, como ves que la camiseta te sobra por todos lados. Entre esas dos verdades, solo hay una línea de cal demasiado ancha, que contiene demasiados años, demasiadas gotas de sudor.
Presencia la luna serena el sueño de todo aquel que en vigilia parpadea y no despierta, me ve a mí. Aquel ocho de noviembre no pesaba el 31 que llevaba a la espalda, pues ¿a quién le pesan los anhelos más profundos? ¿Acaso alguien no movería sus piernas con la celeridad de lo infinito en pos de la gloria (eterna)?
Yo volaba por el campo porque había despegado en la banda. Sentía cada aliento de cada aficionado. Tanto, como cada voz jadeante de mis compañeros. Jugaría esos minutos una y otra vez y jamás me cansaría. Una y otra vez…
Si algún joven, pequeño -como yo lo soy-, me lee, solo quiero darle las gracias. Son los niños los que construyen los encantamientos y enajenaciones más preciosos que pueden aparecer en la mente del ser humano. Unas horas de meditación queda contemplando la luna, máquina de sueños perpetuos. Esos niños, con sus sueños, han construido el mío: porque soy José García y todos vosotros hicisteis capaz mi sueño, vuestro sueño, el jugar alguna vez con vuestro equipo, con vuestra alma.