El centrocampista es el que maneja el juego del Valencia. Su irregularidad marca la del conjunto ché.
Un tango bien bailado es un auténtico lujo de ver y disfrutar. Pero hay veces que no siempre es así. No sucede esto en todas las ocasiones. Y el espectador se cansa. Incluso, lo hace todavía más si una coreografía entera depende de esa danza y ésta no se ejecuta correctamente.
En este caso, el juego del Valencia está a expensas de lo que Éver Banega quiera. ¿Por qué? Porque cuando quiere es bueno. Muy bueno. Pero cuando no le apetece la cosa cambia.
La irregularidad en el juego del argentino desde que llegó al fútbol español sigue estando presente, aunque cada vez en menor medida. Ya se ha hecho con el mando de un equipo puntero de La Liga y ahora empieza a ser un fijo con su selección.
A sus veinticinco años, ha jugado en tres de los equipos más importantes del mundo. Boca Juniors le vio crecer en su tierra y fue con quien debutó en el fútbol profesional.
A Valencia llegó en enero de 2008. El Real Madrid se había fijado en él, pero, finalmente, los blancos no se lanzaron. La adaptación a España no fue buena. Banega no cuajaba en el conjunto ché y por ello decidieron cederle un año a un rival directo para que se fogueara.
El Atlético de Madrid le acogió y fue entonces cuando empezó a mostrar su calidad. El regreso al Valencia no fue del todo bueno. Su juego no terminaba de despegar y, además, se vio frenado por culpa de una lesión que le tuvo medio año en el dique seco. Era todavía joven y tenía que crecer tanto dentro como fuera del campo. Después de ese parón, por suerte para los de la capital del Turia, lo ha hecho. El argentino lleva el timón de su equipo. Un arma de doble filo.
Todavía tiene que progresar. Le quedan muchos años de fútbol en sus piernas para terminar de despuntar y asentarse como un jugador regular. Los aficionados valencianistas son conscientes de su calidad y por ello le exigen que la dé en cada partido. Por desgracia para ellos, no siempre es así. La mala racha por la que ha pasado el Valencia en los últimos partidos tiene mucho que ver con el nivel en el que se encontraba el jugador.
En la última jornada, frente al Getafe, volvió a sacar su técnica y ayudó a conseguir a su equipo a conseguir una importante victoria. En ese partido, los de Miroslav Djukic se pusieron el traje de baile y le acompañaron en el tango. Tan importante es la danza individual como la colectiva para que todo salga bien. Y si Banega quiere, el Valencia puede.