Ocho futbolistas de la primera plantilla abandonan el Real Valladolid de Juan Ignacio; tres de ellos, criados en la base del conjunto pucelano.
El Real Valladolid se ha despedido en este periodo veraniego de ocho futbolistas. Quique y Lázaro no contaban para Juan Ignacio; Alberto Bueno prefirió volver a Vallecas para disfrutar de minutos, perdonando deuda al club pucelano; Balenziaga, volver a casa; Dani Hernández, con las miras fijadas en el Mundial; Sereno, a Turquía; Neira, de vuelta a Argentina; y Lolo, envuelto en una controlvertida salida, crecer en Lisboa.
Alberto Bueno, un don a la espera
Como encogido cuando saltaba al césped. Su talento, singular, soltaba exhalaciones que no terminaban de cegar ni silenciaban las voces que le atribuían una excesiva irregularidad y parsimonia en el juego. Alberto Bueno llegó a Valladolid en 2009 tras el desembolso de tres millones de euros al Real Madrid. La aureola que rodeaba su contratación fue más un estigma que un elemento motivador porque no cumplió con la responsabilidad que cargaba sobre su espalda.
Después de una primera temporada gris en Valladolid, fue cedido al emblemático Derby County inglés, donde vivió en primera persona el fenómeno del fútbol-pasión británico. En el regreso a España, su tono de voz había cambiado. Más seguro, fue mostrando con mayor intensidad y mejor resultado el don natural para el balompié que posee. Pero a ratos. Siempre.
Como siempre estuvo su nombre en la agenda de posibles descartes y terminaba por retirarse, pese al conflicto que mantuvo con Miroslav Djukic. Unas divergencias relacionadas con su contrato que derivaron, un año más tarde, en la incómoda situación de verse apartado de los entrenamientos con el resto de la primera plantilla del Valladolid.
La inexistencia de una solución obligó al extécnico blanquivioleta a mantener a Bueno en el club, donde participó, en la pasada temporada, en 33 encuentros ligueros. Su don seguía a la espera, y la ficha era consideraba demasiado alta en la comparativa con el rendimiento ofrecido en la entidad castellana.
Por ese motivo, Alberto Bueno ha rescindido el contrato que lo sujetaba al Valladolid hasta junio del 2014 para volver a su Madrid natal, a Vallecas, para jugar durante los dos años venideros bajo las órdenes de Paco Jémez. El Real Valladolid se desprendió del contrato más elevado –además del de Manucho-; también, de uno de sus futbolistas más genuinos. Alberto Bueno volvió a su hogar para revolver a su intermitente don y convertirlo en constante.
Mikel Balenziaga, madurez a base de minutos
‘El Expreso de Zumárraga’ deseaba volver a jugar en el Athletic Club antes de tener que salir de allí para no estancar su futuro. Trotó por tierras castellanas, en el Numancia, equipo en el que tuvo un papel notorio y, tras otro paso infructuoso por Bilbao a las órdenes de Joaquín Caparrós, se dirigió algo más al sur de la región para lograr el objetivo marcado: ser un fijo en Primera División con el Valladolid, club con el que ha jugado 74 partidos en dos temporadas, 32 en la vuelta del Pucela a Primera División, siendo titular en todos, y con tan solo tres tarjetas amarillas recibidas.
A finales de junio el club rojiblanco repescó al lateral zurdo por medio millón de euros, la cifra sellada en la opción de recompra que acordó con el Valladolid cuando abrió las puertas de San Mamés para que jugara en Zorrilla. Ahora, no reaparece exactamente a la misma, porque La Catedral es historia, pero sí a Bilbao, a un proyecto a medio plazo con Valverde.
Dani Hernández, su país por encima de todo
Alejarse de la portería del Valladolid para optar a la vinotinto. En especial, cuando se confirmó el fichaje del internacional Mariño por cinco temporadas. Esa era la premisa del guardameta venezolano, y por ese motivo ha recalado para las dos temporadas siguientes, y en forma de cesión, en el Asteras Trípolis, conjunto que milita en la primera división griega.
Asegurarse minutos, rodaje y posibilidades para ser uno más del combinado latinoamericano que, aunque complicado, todavía alberga esperanzas de llegar el próximo verano al Mundial de Brasil.
Sin embargo, si bien no será portero de Juan Ignacio en los dos cursos venideros, sí lo es a todos los efectos de la entidad vallisoletana, ya que la cesión está precedida por una renovación de su contrato cuya prolongación no se ha hecho pública, lo que despierta algunas dudas sobre la naturaleza de la operación.
Henrique Sereno, un fajo demasiado pesado
Cuando ‘la plata’ se pone por delante, al humilde le deslumbra y frustra al mismo tiempo. El Valladolid quería mantener a Sereno en el equipo para no tener que ir a la caza del lechazo que ha sondeado en el mercado, y el zaguero portugués continuar viviendo en Valladolid, una ciudad que nunca olvidará.
En la capital del Pisuerga tuvo la posibilidad de comenzar una vida familiar y jugar en Primera División en dos periodos: el primero, en 2010, fue nefasto, saldado con descenso; el segundo, imborrable, tanto por el juego practicado como por la salvación conseguida, principal meta de la plantilla albivioleta.
Pero su contrato de cesión finalizaba en junio y, o el Valladolid se ajustaba a las pretensiones económicas del mismo, o Henrique debería rehacer su vida en Portugal, donde no ha tenido el espacio adecuado para evolucionar. La entidad blanquivioleta no pudo ajustarse a lo requerido, y los caminos se desviaron. Tal vez, de manera definitiva.
La voz desconocida de Juan Neira
Neira fue una sombra en la anterior temporada del Real Valladolid. Una voz por advertir. Disputó nueve partidos con el primer equipo, en los que su participación fue mínima, incluso mayor en Copa que en Liga –en la que participó en siete encuentros-, sin poder sobresalir en ninguna de sus participaciones.
Únicamente fue titular en un encuentro liguero que enfrentó al Pucela con Osasuna en noviembre del año pasado. Cedido de Lanús por una temporada, equipo en el que tampoco tuvo regularidad, ha retornado a Argentina. En el club lo consideraban ligado a la ‘Filosofía Djukic’.
Lolo Coronado, el último indócil
Uno de los futbolistas más observado, y poseedor de un talento mayor que ha creado la cantera del Real Valladolid en los últimos años, decidió el primer día de agosto, de forma unilateral y con su representante como intermediario, rescindir el contrato que lo unía al conjunto blanquivioleta hasta junio de 2014 para formar parte de ‘As Águias’ de Benfica, conjunto que había focalizado su interés en Lolo en marzo de este año. El media punta deseaba salir del equipo desde hace meses –hace un año pudo haber abandonado Valladolid, al igual que en el inicio de 2013-, cuando estuvo cerca de firmar con el Real Betis.
Sin embargo, la operación no salió adelante y tuvo que continuar en el Valladolid Promesas, donde su importancia fue decayendo a la vez que se cumplían jornadas, hasta llegar a la suplencia.
Con el verano y el cambio en los banquillos, Lolo vio cómo las ilusiones por ser parte integrante del primer plantel se regeneraban. Viajó hasta San Pedro del Pinatar con el resto de la plantilla, pero las sensaciones no mejoraron, quedándose fuera de los tres últimos partidos amistosos disputados en territorio murciano. La decisión estaba tomada.
Pero no fue bien recibida en el club pucelano, que interpuso una demanda al futbolista por incumplimiento de contrato al considerar que la vinculación de Lolo era de carácter profesional, por lo que su resolución debía pasar por el pago de una cláusula -tres millones de euros- o por el acuerdo nacido entre club castellano y portugués.
El Valladolid reclamó el pago íntegro de su cláusula de rescisión, mientras que los representantes del futbolista extremeño sostuvieron que el contrato era de naturaleza amateur. Este factor significaría que, con el solo pago de los derechos de formación del jugador, no se incurriría en la ilegalidad. Lolo verá incrementado su salario en hasta diez veces el recibido en España.
Quique González, la tenacidad desinflada
La historia de Quique podría reverberar en tantas otras de canteranos que intentan, obstinados, ascender al primer equipo y cumplir su deseo prototípico. El caso del inocente al que se le desposee del caramelo del renombre. Antes del desenlace, Quique cumplía el patrón de futbolista joven con futuro. En verano de 2008 acudió a su primera pretemporada con el Real Valladolid de José Luis Mendilibar, viajando con los ‘mayores’ al stage de pretemporada de Mierlo (Holanda), siendo aún juvenil.
En la temporada 2010/11 volvió a formar parte del periodo de preparación del primer plantel, recibiendo un año más tarde el premio a su perseverancia en forma de contrato profesional –que lo vincularía al club hasta junio de 2014- el verano de 2011. Una unión que ya antes parecía solidificarse con su debut en Segunda bajo el mando de Antonio Gómez. Pero en aquella campaña, disputó 145 minutos con solo seis apariciones.
En el año posterior Djukic se hacía con los mandos del Real Valladolid y prometía dar oportunidades a los canteranos que lo mereciesen. Contó con Quique para la pretemporada en Mondariz, siendo uno de los canteranos que aumentarían el número de futbolistas en el stage de Galicia.
Sin embargo, la desilusión volvió a hacer mella en Quique porque volvía a rozar su propósito sin lograr agarrarlo. El club le buscó una cesión a la UD Logroñés, aunque en La Rioja no tuvo la continuidad buscada por Valladolid y jugador, dada una lesión y su tardía incorporación al ritmo del grupo. En Logroño participó 352 minutos en veintiún encuentros ligueros, que no le valieron para adquirir confianza.
Con un Valladolid recién ascendido, las posibilidades que podían existir en el canterano vallisoletano se difuminaron. Entonces vivió uno de los fomentos más extraños de su carrera como futbolista. El club le ofreció rescindir los dos años de contrato que le restaban, pero Quique no aceptó, como tampoco la cesión que le habían propuesto a un CD Guijuelo acuciado por las deudas y la falta de fondos para competir en la división de bronce. El delantero pucelano regresó al filial, donde en la temporada anterior ha sido uno de los futbolistas más sobresalientes bajo el mando de Javi Torres Gómez, consiguiendo diecinueve goles y sosteniendo a un equipo un tanto irregular.
Con el cambio de técnico, volvió a ser un miembro más de la concentración del primer plantel, este año en San Pedro del Pinatar. Dispuso de minutos y anotó un gol en la victoria del Real Valladolid ante el Albacete Balompié en el Carlos Belmonte.
Pero, debido al fichaje de Humberto Osorio y a que Juan Ignacio no contaba con él, quedó desplazado al anonimato de la delantera, por lo que no viajó a Cerdeña para disputar un amistoso ante el Cagliari. Sin opciones con su club de siempre, Quique terminó por rescindir un contrato que expiraba el próximo verano, y firmó por el descendido Guadalajara, conjunto que puso sus ojos en el mediapunta hace años.
‘El Glorioso’ abrió las puertas a Carlos Lázaro
Carlos Lázaro representa el perfil de futbolista de club que ha de salir por carencia de oportunidades y continuidad. Ha jugado en todas las categorías inferiores del club pucelano, al que accedió con doce años, alcanzando al equipo Promesas en la temporada 2007/08. En dos años en el filial, pasó de disputar en su primera temporada siete partidos a ser partícipe en veintinueve, en la siguiente.
La evolución del olmedano lo propulsó hasta Primera División, en la que debutó en 2010, con solo diecinueve años, en El Sardinero. Jugó más de mil minutos en ocho encuentros, aunque una rotura en el menisco externo de la rodilla derecha lo apartó hacia la cuneta de un Valladolid ya descendido.
En invierno de la siguiente temporada 2011/12, se marchó cedido al Huesca. En el conjunto oscense disputó seis partidos en los que no llegó a los trescientos minutos. Sin embargo, Carlos Lázaro volvió un curso después a Huesca, cedido de nuevo, redescubriendo la satisfacción de la confianza en su cuerpo y en el fútbol. Intervino en algo más de 2.000 minutos de veintiocho partidos -veinticinco como titular-, y anotó un gol. En Aragón se mentalizó de que tendría posibilidades de convencer a Juan Ignacio para mantenerse, en su vuelta a Valladolid, en el primer equipo.
Pero el centro del campo está completo con Álvaro Rubio, Víctor Pérez, Sastre y Baraja. Y así se lo hizo saber Juan Ignacio en las dos semanas previas al inicio de la temporada liguera, buceando para encontrar un nuevo puerto en el que desarrollar su fútbol. Y lo encontró en Vitoria, en la categoría de plata, donde se ha unido a las filas del histórico Alavés, ‘El Glorioso’, hasta junio de 2015.