El portero palentino, que estaba realizando la pretemporada con el Promesas, sustituye al venezolano en la concentración. Por otra parte, las pruebas realizadas a Víctor Pérez descartan que sufra rotura fibrilar.
Cuando Diego Mariño firmó, la dirección deportiva reconoció que Juan Ignacio Martínez había pedido trabajar con tres guardametas. Alberto Marcos llegó a decir, días después, que el portero vigués había sido fichado porque entendían que en el filial no había un jugador que pudiera responder con la calidad suficiente posibles eventualidades. El entrenador del Real Valladolid, empero, dejó la puerta abierta a una posible marcha. Y como Mariño acababa de llegar y Jaime de renovar, todo el mundo miró a Dani Hernández.
El arquero venezolano se encontraba en la rampa de salida desde antes incluso de que fuera oficial la salida de Miroslav Djukic. Por un instante, durante las negociaciones con Jaime Jiménez, pareció que el de Valdepeñas podía decantarse por otra opción, en caso de que alguno de los clubes que parecían pretenderlo plasmasen el interés por escrito, en cuyo caso el cancerbero de la vinotinto podría haber continuado como blanquivioleta. Una vez se pudo sellar la ampliación, el punto de partida volvió a ser visto como el punto final: Dani debía salir.
No es que hubiera molestado que siguiera. Pero no era la intención, toda vez que su relación con el que ha sido su compañero en la meta en los dos últimos años no era la mejor, algo que podría haber ido a más en el caso de que alguno de los dos se viera relegado a la grada, al menos puntualmente. Y su cartel y condición de internacional invitaban a pensar que habría equipos interesados en hacerse con sus servicios, el que más, el Asteras Tripolis griego, con el cual se ha cerrado un trato de cesión por dos años.
Horas después de que se anunciase su marcha, Dani Hernández abandonó la concentración en San Pedro del Pinatar. Aprovechando que Juan Ignacio había dado la tarde libre, había tiempo para llamar a su sustituto. Y como el equipo descansó la tarde del jueves, el técnico alicantino no pasó ni un solo día sin entrenar con tres porteros. Diego Mariño, Jaime y Dani Hernández.
Casualidades de la vida, el azar ha querido que el chico nuevo en la oficina se llame igual que el que se ha ido. Aunque, como la suerte solo la tiene quien la tienta, este escenario viene también auspiciado por la decisión de la dirección deportiva de apostar por el palentino, todavía juvenil, y no un portero teóricamente más hecho como Julio o Rodri; por más que no sean grandes metas a los ojos de Marcos y el segundo esté cerca de salir.
Con todo, la decisión es coherente con las palabras vertidas en la presentación de Diego Mariño y en los días posteriores, así como con la apuesta por los nuevos valores de las categorías inferiores que se barrunta en algunas decisiones tomadas, como el ascenso del bloque del conjunto de Liga Nacional al Juvenil División de Honor en su segundo año en la categoría o los varios jugadores de este conjunto que han subido al Promesas siquiera de modo circunstancial.
Nacido en Palencia, en 1996, Daniel Hernández Sevilla es un guardameta que destaca por su capacidad de reacción y por su agilidad. No es extremadamente alto, algo en lo que recuerda a su paisano Sergio Asenjo, último portero forjado en la cantera que consiguió hacerse con un sitio en el primer equipo, al margen de Javi Jiménez, que salió antes de llegar a asentarse de modo definitivo.
Comenzó la temporada 2012/13 en el equipo de Liga Nacional que dirigía Chuchi Macón, en el que era pieza básica, pero con la expulsión de Sergio Oviedo de la Residencia de Jugadores y de la entidad, pronto subió al División de Honor de Luis Miguel Gail y, con la lesión del rumano Vlad Ignat, no tardó en ponerse bajo palos, llegando a jugar diecisiete partidos, en los que encajó veintiséis goles.
Descartada la rotura fibrilar de Víctor Pérez
En la sesión matinal del viernes, Diego Mariño y Guerra empezaron a trabajar con el grupo, si bien no completaron la sesión. Víctor Pérez fue el único que estuvo al margen, antes de ser sometido a una resonancia magnética que ha descartado que sufra una rotura de fibras en el aductor.
No obstante, su participación en lo que resta de pretemporada ha sido descartada, toda vez que deberá estar de baja quince días. Se espera que empiece a trabajar con el grupo de cara a la preparación intensiva -o, mejor dicho, precompetición; pues la intensidad es reina en cada entreno- previa al inicio liguero.