«En el próximo partido, ante Osasuna, alcen la voz; ni se compra ni se vende», dice Jesús A. Zalama en su reflexión sobre polémicas recientes sobre el escudo y los colores.
No quisiera entrar en debates en los que naufragaría por un desconocimiento plausible, pero es de sobra por todos conocidos los últimos acontecimientos en los que se ha visto involucrada una imagen que yo creía del aficionado, como es el escudo de nuestro equipo.
La pela es la pela, y es mejor tenerla cerca. Esto lo comprende el hincha de a pie, ya que no deja de tener su club y sus ‘agujeros’, pero él es también no solo quien compra y paga por ese escudo, sino también el individuo al que no le hace falta pegárselo en vestimenta alguna, ya que él ya lo lleva bordado desde mucho antes de que nadie pudiera echarle el guante.
Fuera de toda impronta económica, me parece #lamentable que no se recuerde una cosa muy simple: el escudo, los colores, el himno… de un equipo, son símbolos, y como símbolos, son algo más allá de lo material.
Compren el bordado, el tono o los acordes, no comprarán nunca lo que de verdad da sentido a aquello que el aficionado venera, ya que el símbolo se tiene en el pecho, pero no por fuera, sino muy por dentro.
Démonos cuenta, señores. No se enfrasquen en batallas que tenemos ganadas. Por utópico que pueda parecer, este equipo es nuestro, y si no, hagamos una prueba funesta, y que nunca deberíamos llevar a cabo: probemos a no renovar nuestro carnet. Entonces nadie compraría ningún escudo, o adquiriría la cesión de los derechos de su explotación comercial. Démonos cuenta de que eso es nuestro, y siendo único, es dos veces nuestro: tanto si existe quien pague por él, como si no.
En el próximo partido frente a Osasuna, no se preocupen sobre que llevan puesto, quién lo patrocina, quién lo gestiona o quién lo vende. Alcen la voz y animen a su equipo, que esa voz ni se compra, ni se vende.