Iñigo Martínez, a sus casi veintidós años, se ha convertido en uno de los mejores centrales de la Liga española y es un seguro de vida para la zaga de la Real Sociedad.
De pequeño, del Athletic; era lo que tocaba. En Ondarroa, su pueblo natal, se defienden los colores rojiblancos. Aunque ahora defiende la camiseta del eterno rival de los leones, la Real Sociedad. El querer de la vida quiso que Iñigo Martínez (diecisiete de mayo de 1991), con el paso de los años, se haya convertido en un imprescindible del conjunto donostiarra.
Sus comienzos fueron como el de la mayoría de los futbolistas, en el equipo de su pueblo. El Aurrerá de Ondarroa fue quien vio las primeras patadas al balón de Iñigo Martínez cuando apenas tenía siete años. Con trece años empezó a entrenar un día a la semana en los campos de Zubieta. Su ímpetu, su carácter y su polivalencia gustaron e hizo que los días de entrenamiento se alargaran.
Con catorce años ingresó en el Cadete de la Liga Vasca donde ya empezó a despuntar y a destacar de entre sus compañeros. Por aquel entonces el vasco no solo ocupaba la posición de central zurdo sino que cada vez que ocupaba el medio centro no defraudaba.
En 2009, el central zurdo dio el salto a la Tercera División con el filial txuri-urdin. En tan solo una temporada se convirtió en titular indiscutible y en la revelación de esa Real Sociedad B que consiguió el ascenso a Segunda División B, categoría que tampoco se le resistió y confirmó que Iñigo Martínez sería una promesa del fútbol español. Su destacada actuación durante la temporada 2010/11 lo llevó a la selección española sub20.
Todo apuntaba a que el central zurdo iba a ser uno de los elegidos para disputar el Mundial sub20 que se celebraba en junio de ese año 2012. No fue así, pues Julen Lopetegui decidió no convocarlo. Lo que parecía ser un varapalo para el joven jugador se terminó convirtiendo en su gran oportunidad.
Fue entonces cuando Montanier lo llamó a formar filas. Iñigo Martínez realizó la pretemporada 2011/12 con el primer equipo realista volviendo a ser, una vez más, la revelación del verano. El entrenador francés desde ese entonces decidió no moverlo del centro de la zaga donostiarra, si bien es verdad que se tomaron precauciones con el jugador, por su corta edad e inexperiencia.
No en vano, no tuvo ficha profesional hasta el mercado invernal, cuando dejó a un lado el dorsal veintiséis para tomar posesión del seis. Su debut llegó el veintisiete de agosto de 2011 en el Molinón como titular. Su seguridad en el centro de la defensa, su contundencia, su saber estar hizo que se ganara, aún más, la confianza de Montanier y un puesto fijo en el equipo.
Sus primeros pasos en Primera no pudieron ser mejores, pero la mala suerte se cruzó en su camino cuando mejor estaba. Un desafortunado choque con Diego Costa, en abril de 2012, hizo que se rompiera el menisco y se hiciera un esguince de rodilla. De esta forma, habitual en el fútbol, dijo adiós a lo que restaba de temporada. A pesar de su lesión, el buen hacer durante los nueve meses que compitió, lo llevaron a ser uno de los once jugadores incluidos en el Once de Oro del Fútbol Draft 2011.
Consiguió recuperarse a tiempo para disputar los Juegos Olímpicos de Londres del pasado verano donde ‘la ‘rojita’ paso con más pena que gloria. Todo sea dicho, la actuación de Iñigo no fue la mejor. Expulsado en el primer partido y desapercibido en el resto de encuentros.
Iñigo Martínez es un jugador impetuoso –se le nota mucho (a veces demasiado) el carácter vasco, en lo bueno y en lo malo-, activo y con una agitada garra, que aporta un plus a la defensa de la Real Sociedad.
Su juventud, tan solo veintiún años, no le impiden tener la fuerza y la madurez suficiente para dirigir toda una defensa. Es un jugador clave, en el estilo Montanier queda patente, y con el que sueña Pep Guardiola.
El entrenador catalán ya lo quiso para la zaga culé, pero los treinta millones de cláusula echaron atrás al FC. Barcelona. La próxima temporada, Pep, que sigue bebiendo los vientos por Iñigo, entrenará al Bayern de Münich, y el club alemán ha demostrado que el dinero no es obstáculo.
En cualquier caso, aún es pronto para saber cuál será el futuro del central vasco -acaba de ampliar su contrato-, pero no lo es para vaticinar que se convertirá en un gran defensa. Sin duda, podría seguir los pasos de uno de sus referentes, Carles Puyol.