El malagueño no termina de adaptarse a la Primera División, mientras que el excastillista es utilizado en otra posición.
Si la temporada pasada Javi Guerra era el delantero titular y su puesto no corría peligro, este año las cosas son totalmente al revés. El de Angola, de repente, ha mostrado un alto nivel que nunca antes había enseñado.
Manucho despegó en el partido ante el Rayo. Zorrilla fue testigo de dos goles y dos asistencias del delantero en un partido que terminó 6-1. Aquel encuentro sirvió al angoleño para encontrarse y para afianzarse como titular. Su gran envergadura ayuda al equipo a sacar beneficio en el juego aéreo. El ‘Palanca Negra’ lleva seis tantos hasta el momento. Cifra que no se moverá hasta que el jugador regrese de la Copa África.
Guerra, por su parte, no aportaba al equipo lo que Miroslav Djukic requería de él. El malagueño era indiscutible en Segunda, pero ahora tiene que adaptarse a la máxima categoría del fútbol español. Su progresión es una realidad. Desde que perdió la titularidad cayó en un pozo profundo del que poco a poco va saliendo.
El que marcara el gol del pasado ascenso fue protagonista en el último partido del año 2012 ante el FC Barcelona. Guerra anotó su primer tanto de la temporada y el primero de su carrera en la Liga BBVA. No sirvió para que el equipo sumara algún punto, pero sí para que el jugador recuperase la moral. El propio jugador aseguró que se había quitado de encima «un peso de cien kilos».
Alberto Bueno es el tercer delantero. Djukic, al no poder contar con el madrileño como ariete, retrasa su posición para ser el segundo extremo izquierdo. Pese a ello, ha marcado dos goles y es el segundo que más minutos ha jugado de los tres. El excastillista también puede jugar como segundo punta, puesto que habitualmente ocupa Óscar. Ahí es donde más cómodo se encuentra.
Entre los tres hombres más ofensivos han conseguido anotar nueve de los veintitrés goles que lleva el Real Valladolid hasta el momento. La cifra no llega ni a la mitad del total y ninguno de los delanteros es el máximo goleador del equipo. Estos números llevan a pensar que si los arietes hubieran estado más acertados la situación del equipo podría ser mejor de la que es. Hablando en plata: si ya es buena, podría ser muy buena.
Hay veinte encuentros por delante para que los arietes mejoren sus cuentas goleadoras. Todos los goles sirven para algo y, quién sabe, cualquiera marcado por ellos podría dar la permanencia al Real Valladolid.