«El fútbol da muchas vueltas», suele decirse con razón. Supone un alto grado de incertidumbre, tan alto que, en ocasiones, se producen cambios que hacen que el pasado vuelva y jugadores como Jordi Alba vuelvan por sus fueros.

Jordi Alba, actual ocupante del lateral izquierdo, del FC Barcelona, plasmó el pasado cinco de julio la firma que le acreditaba como el primer fichaje de la ‘era Vilanova’, firma que significaba su vuelta a Can Barça tras cinco años forjándose en otros clubs.
Méritos había hecho durante su corta trayectoria para volver a formar parte de un club como el azulgrana, si bien para muchos su consagración llegó en la Eurocopa del 2012, donde fue revelación. Su último curso como valencianista permitió que Vicente del Bosque confiase en él para defender el lateral izquierdo de la campeona de Europa.
Jordi Alba nace el veintiuno de marzo de 1989. Con apenas siete años, en el año 1996, ficha por el equipo de su pueblo, el CE L’Hospitalet. Pero muy poco tarda el Fútbol Club Barcelona en tener en cuenta su existencia, ya que, tan solo dos años después, Jordi pasa a formar parte del entramado culé.
Pasó más de siete años en las categorías inferiores del club azulgrana, al que entró con tan solo diez, y con doce colocó la primera piedra de la ciudad deportiva. Por Can Barça, correteó como alevín, infantil y cadete, categorías en las que coincidió, entre otros, con Bojan Krkic, Fran Mérida o Dos Santos.
Pero a la postre la dirección deportiva no supo ver que su calidad emergía poco a poco y le dejó marchar en 2007 al Cornellá, donde solo jugó un año, ya que la siguiente temporada el Valencia Club de Fútbol fue a buscarlo para firmarlo y fijar sobre él una cláusula de seis mil euros, prueba del potencial quee llos sí vieron.
Apenas pasó tiempo en el Juvenil, ya que el Valencia Mestalla le requirió poco después de su llegada. No se equivocaron en su elección, ya que Alba fue una de las piezas claves en el ascenso a Segunda División B, éxito le llegó paralelamente en lo nacional, ya que fue convocado por primera vez con la selección española sub 19.
En la temporada siguiente, la de 2008/09, el club ché lo cedió al Gimnàstic de Tarragona, de Segunda División, donde terminó de consolidarse con una gran temporada en el extremo izquierdo que, en este caso, le sirvió para recibir la llamada de la selección sub 21.
El Valencia consideró entonces que ya había terminado de cuajar y Jordi pasó a formar parte de la primera plantilla, con la que debutó en el estadio que este fin de semana visita, el Nuevo José Zorrilla, el trece de septiembre de 2009. Fue su primer paso en la élite, uno de tantos bien dados que este pasado verano le permitieron volver a su casa.
Bipolaridad futbolística
Habilidad, velocidad, astucia, técnica… Son muchos los adjetivos que pueden describir a un jugador como Jordi Alba. Si tenemos en cuenta que es defensa lateral izquierdo, y que aun así protagoniza continuamente incorporaciones ofensivas por la banda, hay que destacar una cualidad más, la valentía.
No muchos zagueros son aprovechables tanto en defensa como en ataque, tanto en el lateral o en el extremo, y menos aún son capaces de haberlo demostrado en tantos equipos diferentes.
Jordi Alba, no obstante, con sus ciento setenta centímetros escasos, sí lo es, algo cuanto menos curioso hasta hace no tanto tiempo, dada su capacidad de reconvertirse con una solvencia más que probada desde posiciones más adelantadas.
Le gusta jugar al toque y sacar el balón con tranquilidad y criterio, aunque la astucia y picardía que emplea para subir balones jugados a veces hagan que sus jugadas parezcan desdibujadas. Es capaz de anticiparse a los movimientos del rival, pero no por luchas en el cuerpo a cuerpo, sino gracias a su rapidez, con la que compensa su falta de altura.
Mueve al rival con o sin balón en los pies y, al igual que compañeros suyos como Busquets, no es un protagonista directo, pero si un constructor decisivo y silencioso, tanto por ese gusto por ser partícipe en la creación como por sus salidas en largo, en las que se convierte en un puñal gracias a esa rapidez.
La polivalencia se demuestra adaptándose a los cambios y aceptando retos
El de Hospitalet no tuvo unos comienzos sencillos. Después de siete años ‘dando guerra’ por las instalaciones barcelonistas, una vez había ya interiorizado el estilo de juego el Barça, tuvo que abandonar su casa para seguir creciendo. Los motivos de los que este pasado verano se habló son diversos, pero la mayoría coinciden en destacar que Jordi no crecía físicamente de la misma forma que su calidad.
Guillem Creus, exjugador del Real Valladolid Promesas y actualmente en el Olímpic de Xátiva de la Segunda División B, compartió rivalidad con el de L’Hospitalet entre los diez y los diecisiete años, él defendiendo la camiseta del Espanyol y, Alba, la del Barça; pero también vestuario, en la selección catalana sub 14. «La rivalidad era enorme, incluso a esa edad. Esos partidos eran muy importantes para nosotros. Lo recuerdo como siempre reservado, aunque alegre a la vez. Un chico de pocas palabras, pero muy expresivo. De lo que no cabe duda es de que vive fútbol al cien por cien».
Futbolísticamente hablando, recuerda el exblanquivioleta, «era rapidísimo. Jugaba de mediapunta o de extemo izquierdo. Era flaco y muy bajito, siempre el más pequeño de su equipo, pero el más peligroso. Era tan escurridizo que no había partido que no nos creara ocasiones de peligro. Además, para su edad, tenía una zurda de mucha calidad y era rapidísimo».
«Pasaron los años y seguía sin crecer, y cuando el físico empezaba a ser importante, empezó a dejar de jugar de manera tan asidua, hasta que llegó el día en el que el Barça lo dejó ir al Cornellá, donde siguió destacando aún como un jugador de ataque, pero era tan bueno que en solo un año se fue al juvenil del Valencia», recuerda Creus, corroborando la teoría más extendida que habla de su marcha del Barcelona.
La capacidad de adaptación de Jordi Alba es mayúscula, y esa polivalencia también la alaba Guillem Creus: «Se creó como el gran lateral que es tanto defensiva, como ofensivamente. Ha sabido aprovechar su handicap físico siendo más astuto y rápido que los demás. Incluso ha sabido mejorar en defensa, hasta el punto de convertirse en el actual lateral del Barcelona. Pero de su infancia aún conserva ese olfato y poder ofensivo que le hace un lateral muy completo».
Una revalorización que ha creado deudas
Presuntamente, el Valencia debe dinero al Cornellá por el traspaso de Jordi Alba. O eso dice al menos el club catalán, que reclama casi un millón y medio de euros al equipo ché por derechos de formación, amparándose en una cláusula del contrato de venta por la cual el Valencia pagaría al Cornellá el diez por ciento de un futuro traspaso, como el ejecutado con el fútbol Club Barcelona por catorce millones de euros, cuestión más que importante para el pequeño club catalán, ya que ese porcentaje equivale a su presupuesto de dos años.