Jesús A. Zalama denuncia la reconversión -si es que alguna vez dejó de serlo- del FC Barcelona en aparato político-deportivo catalán.

Ya en los años 30, inscrito en el contexto de rivalidad entre Fútbol Club Barcelona y Real Club Deportivo Espanyol, el conjunto blaugrana escogió o fue escogido por la burguesía nacionalista catalana altavoz catalanista en lo que al mundo del fútbol en la Ciudad Condal.
Paradójicamente, durante el régimen franquista, el número de aficionados culés siguió creciendo, mientras que el Espanyol atravesó momentos harto complicados en su trayectoria. Y esa tendencia nacionalista no ha dejado de crecer, hasta llegar a los límites en los que nos encontramos ahora, que resultan a todas luces excesivos.
Tengo que confesar que siempre he sentido una mayor simpatía por el FC Barcelona que por el Real Madrid CF, por decirlo suave, pero lo que no puedo admitir como simpatizante es la marginación sufrida al no poder tener un cierto sentimiento ‘culé’, por el simple hecho de no pertenecer a «ese pequeño país que está ahí, llamado Catalunya», como diría nuestro amigo Josep Guardiola.
Me parece #lamentable la apología política en la que está inmerso el FC Barcelona, e inadmisible para el aficionado barcelonista que no comparta las ideas nacionalistas el no ‘poder’ sentirse representado por una camiseta, ya que la remera congrega más tradición política y parafernalia que la futbolística, y no es porque de esto último el Barça esté falto.
Todo equipo tiene una cierta identidad que nunca debe ser menospreciada, y si también la expresa el aficionado, más positivo aún, pero, ¿se habrá dado cuenta la «gente guapa», como diría Oliveros, que cuando atruena con su independencia, lo hace solo con noventa mil voces? Una minoría muy pequeña dentro del barcelonismo mundial. La verdad, no creo que acuda a la Diada el malayo que ve en Messi un nuevo Dios al que venerar cada fin de semana.
Dejando a un lado a la masa barcelonista, la cual es libre de expresarse como quiera (que para eso paga), la actitud de la plantilla y de la directiva respecto a este tema deja mucho que desear. La directiva, políticos al fin de al cabo, hace gala de ser tan extremista en estos temas como la anterior ‘administración Laporta’.
Algunos incrédulos ya estábamos avisados sobre ello, aunque la plantilla culé parece vivir ajena a lo que representa: constantes guiños al nacionalismo catalán hacen, de nuevo, marginar al gran colectivo no nacionalista, pero sí barcelonista. Muchos jugadores, como por ejemplo Xavi Hernández, parecen ser unos aficionados más delante de los micrófonos hablando sobre estos temas, sin percatarse de la posible repercusión de ello. También nos encontramos casos como el de Andrés Iniesta, quien nos puede deleitar con frases tan dispares como: «¡Visca Fuentealbilla!», ¡Visca Catalunya!» o «¡Kalise para todos!»… bueno, esta última nada tiene que ver.
En definitiva, el mejor equipo de la historia, con el mejor jugador de la historia (quien ha tenido que presenciar como su familia gracias a la estupidez inserta sobre el tema de la lengua catalana ha abandonado Catalunya tras no encontrar un colegio en Barcelona que de clases en español, según las malas lenguas), deleita con su fútbol, pero con ello -o no exactamente- sirve de propaganda a la propia catalanista. Este club es ahora mismo uno de los depositarios de los mayores sinsentidos de la actualidad, y aun así, habrá gente que grite los goles del Barça y, a la vez, hable de «catalufos».