Juan Carlos Alonso habla de un fenómeno periodístico que trascendió a lo social y deportivo, pero que por suerte ha sido prácticamente erradicado del fútbol.
Dando un paseo por Twitter me ha llamado mucho la atención el comentario de un aficionado que afirmaba que, en ‘La otra Liga’ el Real Valladolid estaría en puestos europeos. Creía que esa etapa estaba superada…
Fueron otros tiempos en los que federaciones y clubes temían a un afamado periodista que desde su espacio en las ondas movía masas. Con él dimitían presidentes, se cesaban entrenadores en directo, proponía descensos de árbitros… Cualquier cuita futbolística pasaba por su programa.
En este escenario previo es donde nace ‘La otra Liga’, aquella que iba otorgando y quitando puntos en función del análisis de las jugadas polémicas juzgadas por sus árbitros de cabecera, principalmente y siempre en teoría.
Así, un equipo al que no señalaron en el minuto diez un posible penalti a favor aparecía en la clasificación con un punto más, dando por hecho que la pena máxima se habría convertido y que los ochenta minutos restantes no habrían servido para más. Ni ocasiones, ni cambios, ni jugadas excelsas… Condicionantes varios de un encuentro que en teoría son lógicos y que habrían cambiado en caso de haberse tirado el penalti. No se valoraba siquiera el posible fallo. No se valoraba nada. Solo era válida su decisión de conceder un punto a ese equipo.
De esta manera el periodista en cuestión creó un nuevo juego, en el que era el juez supremo, y le permitía manejar la clasificación a su antojo, de forma que algunos clubes temían que por una relación de este tipo –mala- apareciesen beneficiados y proyectados como tal delante del foco mediático.
Por suerte para este deporte, esta técnica está prácticamente en desuso, aunque todavía sigue siendo utilizada por algún imitador barato que, a pesar de la gran difusión de su medio, apenas tiene la repercusión que tuvo en su día el malévolo juego original.
La inexistencia real de esa ‘otra Liga’ es algo de lo que los amantes de este deporte debemos congratularnos y por lo que tenemos que luchar. Debemos ser fuertes en la defensa de los valores y reglamentos que durante estos años han triunfado en este mundillo, así como detectar al impostor y castigarle con nuestra indiferencia.