Jesús A. Zalama habla de la coyuntura actual existente con la portería blanquivioleta en una nueva edición de su sección de opinión #Lamentable.
Cuenta el mito, que la entrada al Hades (inframundo) era custodiada por Cerbero, un perro de tres cabezas y serpiente de cola, quien también aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar a este inhóspito y oscuro lugar.
De este personaje mítico se tomó como referencia nominal uno de los múltiples apelativos con los que son denominados en el fútbol los porteros, guardametas, arqueros… pasando a ser llamados también con el curioso nombre de ‘cancerberos’. Pues bien, el Real Valladolid, actualmente, a mi modo de ver, carece de uno de nivel.
En mi opinión, ninguno de los dos porteros ha exhibido hasta ahora en esta temporada el nivel que se requiere para competir con garantías en Primera División, aunque más preocupante es que, tanto esta situación como los causantes de ella, estos, nuestros perros de tres cabezas, no ofrezcan seguridad a una zaga que hasta este momento se ha comportado de manera ejemplar, ofreciendo un nivel muy elevado pese a los numerosos contratiempos y bajas que ha afrontado, con un número escaso en cuanto a efectivos se refiere.
No me aventuro a despeñarme por un barranco de críticas con lo afirmado -y firmado- anteriormente, ni mucho menos, y a los hechos me remito. Jaime, que cuajó una excelente temporada el año pasado en Segunda División, demostró carecer de templanza. Dicen algunos, seguridad; dicen otros, calidad; digo yo.
No solo los hombres de campo deben poseer un mínimo en cuanto a esta característica, pero sin recaer sobre Jaime Jiménez el completo peso de ello, diremos que no es el único que ha demostrado no estar tan fino en Primera como en Segunda División.
Sobre Dani Hernández cabría decir que viene de no jugar demasiado con el Real Murcia hace dos temporadas en Segunda División B, lo cual ya habla bastante, pero abriendo el quorum hacia algo más técnico, podemos advertir muy fácilmente su falta de aplomo en cualquier jugada a balón parado y su nula mejora en el juego de pies respecto al nivel mostrado en esta faceta por su compañero Jaime. El trabajo y entrega de los dos es incuestionable, y sus reflejos en paradas a corta distancia, también, pero ¿qué menos se puede pedir a dos profesionales de la portería?
La verdad, confiaba en los dos a principio de temporada, incluso llegando a pensar, sin haber visto jugar a los nuevos fichajes, que la posición más retrasada dentro del terreno de juego era la mejor cubierta, pero nada más lejos de la realidad.
Pienso, como seguramente piensen muchos otros, que estos dos grandes profesionales de este deporte desgraciadamente no tienen nivel para Primera División, y ojalá me equivoque, y aunque solo uno sea, despierte del canto y la lira de Orfeo que esta temporada está siendo para nuestros cancerberos.