Jesús A. Zalama critica las últimas fechas y horas asignadas por las televisiones al Real Valladolid.
Parece ser que con esto de los horarios nos ha mirado un tuerto, y lo que a priori puede suponer solo un perjuicio para el aficionado y el espectador se torna en un cambio para los jugadores muchas veces difícil de asumir. Recordemos que también son humanos y tienen rutinas, hábitos y metabolismo, como todo hijo de vecino.
Hemos jugado cuatro veces en lunes, otras tantas en domingo y dos en sábado. Ya no es la habitual disparidad de días, ni siquiera el alargar deliberadamente los fines de semana hasta el lunes, sino que los horarios son dañinos por naturaleza, tanto para aficionados como para jugadores. Lo peor de todo es la respuesta que nos fabrican cuando protestamos: «Es que el Real Valladolid tiene mucho tirón televisivo».
El delito viene al conocer los horarios que hemos tenido para los partidos, sobre todo en los disputados el primer día de semana. El primero en Zaragoza lo jugamos a las once, con eso de ‘la calor’ de esos días. Quisiera conocer un solo deporte en el que se acabe de jugar cerca de la una de la mañana, y boxeo no vale.
Los dos siguientes partidos en Zorrilla, disputados en lunes, cómo no, no tuvieron una hora prohibitiva, aunque bien podríamos haber jugado contra el Betis a las ocho de la tarde, y no a las nueve y media de la noche. Llegar a las doce de la noche a casa no es recomendable para los niños a los que tanto instamos para que sientan esa «pasión blanquivioleta». El colmo de esto fue la broma del lunes veintinueve de octubre contra la Real Sociedad. No solo a mí me costó un resfriado, parecía un partido programado por parafarmacias y empresas papeleras.
Estos horarios centran, junto con el colectivo arbitral, el odio del aficionado vallisoletano pero, ¿qué es de los jugadores? Ellos sienten mucho más que nadie estos cambios de días, horarios y condiciones. Jugar un lunes para volverlo a hacer un jueves y repetir un domingo es sinónimo de lesión muscular en el mejor de los casos, y a nuestra zaga me remito.
Esto no es ya principio de temporada y el cuerpo ya no se calienta solo, no es tiempo de laboratorios periodizantes, ni de exponer a unos jugadores que ya tienen una carga acumulada. No hablemos de la estructura muscular y mental, que se ve descontrolada por estos cambios, ni del propio metabolismo de un deportista al afrontar un partido a las doce de la noche.
Es #lamentable el calendario en el que está disputando el Real Valladolid sus encuentros, como también lo es el horario en el que se vienen encuadrando. No obstante, lo peor de todo es que, cuando abrimos la boca para quejarnos, lo hacemos hacia quien nos está administrando, como si fuese el mayor culpable, cosa que en realidad no es.