El joven delantero brasileño se presenta como la revelación del equipo rayista a pesar de no haberlo tenido nada fácil desde su llegada a Madrid.
Un buen día Thomas Jefferson dijo: «Me gustan más los sueños del futuro que las historias del pasado». Esto mismo debe pensar el jugador del Rayo Vallecano, Léo Baptistão. Su historia en esto del fútbol ha estado plagada de infortunios y contratiempos, pero ha acabado con un final feliz. El ariete, de tan solo veinte años, ha cumplido su sueño: debutar con el primer equipo.
En verano de 2008, Léo, con tan solo dieciséis añitos, llega a la capital de España con la ilusión de jugar al fútbol. Los primeros pasos en el fútbol español los dio en el Getafe –donde estuvo a prueba una breve temporada-, pero no resultó.
Poco tiempo después el Rayo se fijó en él y decidió incorporarlo a las categorías inferiores del conjunto franjirrojo. Se podría decir que acababa de aterrizar en Madrid cuando la joven promesa tuvo que regresar a su país natal para tratarse y recuperarse de una hepatitis.
Allí fue tratado por su padre, médico de profesión. A su regreso, ya recuperado, no pudo tener ficha con el juvenil, por lo que fue cedido al San Fernando de Henares. Hasta su llegada a España el bagaje futbolístico de Baptistão se limitaba al futbol sala, deporte en el que con tan solo diez años compartió vestuario en el Santos FC Futsal con el astro brasileño Neymar.
A pesar de la enfermedad, nunca se dio por vencido. En 2010 formó parte del juvenil del Rayo Vallecano en la División de Honor, donde coincidió con jugadores de la talla del guineano Lass Bangoura, con quien actualmente sigue compartiendo vestuario.
El pasado curso lo empezó con la primera plantilla, aunque por su juventud e inexperiencia, terminó por no debutar de la mano de Sandoval, entrenador del Rayo en esos momentos, por lo que terminó jugando con el filial en Segunda División B.
La mala suerte se volvió a cruzar en su camino. Sufrió una lesión de clavícula que le tuvo unas cuantas semanas apartado de los terrenos de juego. Cuando todo parecía estar en calma y Léo empezaba a despuntar en el filial, recayó de su lesión. A pesar de haber sido un año muy duro y lleno de altibajos, tras recuperarse, Paco Jémez se fijó en él.
Esa fijación pronto tuvo sus frutos. El jugador brasileño realizó la pretemporada con el primer equipo, donde demostró su valía y descaro en esto del balompié. Y como todo trabajo bien hecho tiene recompensa, Léo se convirtió en uno más de la primera plantilla.
A pesar de que varios equipos estuvieron interesados en contratar sus servicios –Real Madrid, Atlético de Madrid y Villarreal- el joven jugador se negó en rotundo. Él quería cumplir su sueño: debutar con la camiseta del equipo que apostó por él, hecho que se dio lejos de Vallecas.
Fue en la segunda jornada de Liga en el Benito Villamarín ante el Betis. Léo, antes de comenzar el encuentro, ni se imaginaba que terminaría el partido siendo el héroe del mismo. Y así lo dejaba ver en unas declaraciones al diario AS: «El inicio ha sido perfecto y no imaginé debutar así». Porque el debut fue el soñado por cualquier futbolista. Dio el pase del primer gol a Piti y marcó el tanto que les dio la victoria.
El ariete se ha convertido en las últimas semanas en el jugador revelación del Rayo y puede que de la liga también. Un jugador que destaca por su velocidad y regate para desbordar a sus rivales. Desparpajo y valentía a la hora de atacar. Su juego es sutil y la visión panorámica que tiene le permite llegar a donde otros no lo hacen. Es un jugador que maneja bien ambas piernas, imprevisible con el balón en los pies y con un gran olfato goleador.
No obstante, son muchos los que no creían en su talento y que miraban con recelo que estuviese en el primer equipo. Pero después del partido que se marcó en el Vicente Calderón, cerró alguna que otra boca. El Rayo no ganó, pero Léo hizo que los colchoneros tuvieran el corazón en vilo hasta el último suspiro. A pocos segundos de que se acabase ese partido, Baptistão se sacó una jugada de la nada que no acabó con el cuero en el fondo de la red de milagro. Atrapó Courtois en línea de gol.
Con la marcha de Michu a la Premier, los presagios de falta de gol se apoderaron de Vallecas. Ni siquiera las llegadas de Nickie Billie y ‘El Chori’ Domínguez hicieron que estos miedos se disiparan. Tras las dos últimas jornadas de Liga, la gente ya habla de Léo como el sustituto del asturiano. Leo lleva dos goles en dos partidos disputados.
Dicho sea de paso, es aún pronto para presagiar lo que va a pasar con el joven jugador, y mucho más para nombrarle heredero de Michu. Cierto es que el muchacho va por el buen camino y si sigue trabajando con humildad llegará a ser una pieza fundamental del equipo de Jémez.
La suya es una historia que apuntaba a dramática, pero que acabó feliz. Léo, desde su llegada, siempre ha tenido muy claro cuál era su sueño: triunfar en el equipo que confío en él cuando tan solo era un adolescente. A través de la lucha y la superación lo ha conseguido, superando sus propias expectativas y la de muchos que no creían en él.
Un equipo humilde con un jugador que lo es aún más, que ha sabido superar todos los obstáculos que la vida se ha empeñado en ponerle por delante. La historia de Léo Baptistao – que no es la única en este mundo del fútbol- demuestra que querer es poder; que solo cuando se afrontan los reveses de la vida se podrá ver lo fuerte que se puede llegar a ser.