Raúl Blanco homenajea a todos aquellos cuya sangre es blanquivioleta, aunque no pucelana; y a todos aquellos pucelanos que no han podido disfrutar del ascenso como uno más, en su ciudad de origen.
Durante esta larga temporada hemos ‘sufrido’ con el Real Valladolid veintitrés difíciles partidos en el Nuevo Estadio José Zorrilla, donde, sin embargo, hemos disfrutado del buen fútbol de este equipo. El buen juego del equipo nos llevó a saber que nosotros y solamente nosotros nos merecíamos este ansiado ascenso. Cualquier otra cosa hubiera sido una injusticia.
Personalmente, durante esta temporada he tenido la oportunidad -y ya van cuatro- de disfrutar del ambiente del José Zorrilla en toda su extensión. Del partido, de mis compañeros de asiento, de pequeñas alegrías… incluso de alguna que otra decepción, todo ello a pesar de no ser de Valladolid de nacimiento. Son ya cuatro años, decía, pero debo decir que el sentimiento pucelano lo llevo dentro desde muchos años atrás.
La celebración del ascenso ha sido nueva para mí, una alegría diferente, y por eso en el momento álgido de la celebración no dudé en pensar en mucha gente, en especial en toda aquella gente que también es del Real Valladolid y que por la distancia no pueden celebrar el preciado ascenso en el campo ni en la ciudad de Valladolid.
Todo esto me llevó a recordar lo que yo sentí en momentos de la historia del Real Valladolid en la distancia. El ascenso del 2007, la clasificación para la UEFA, los cuatro goles de Amavisca en la promoción para no descender a segunda… Son momentos felices que uno vive en la distancia y que disfruta, pero no tanto como quisiera.
Por suerte mucha de la gente que vive fuera o es de fuera y es del Real Valladolid pudo venir en esta ocasión al estadio y disfrutar de esta inmensa alegría -por una vez, después de pedir días en el trabajo, coger trenes, autobuses o aviones, renunciar a días de estudio…-, a pesar de no haber podido gozar en directo durante toda la temporada del gran trabajo de este equipo, pero que siempre en la distancia ha estado apoyando al equipo en los momentos duros, ya sea a través de Internet o en cualquier desplazamiento en ciudades cercanas a sus lugares de residencia.
Toda esa gente de Valladolid que no pudo estar con nosotros, todos aquellos que son de lugares muy variopintos de España -¡o incluso del extranjero, como el gran Martin Mevlin!-, y que sin embargo sienten el blanco y el violeta; así como los que están fuera por el motivo que sea, como los estudiantes becados fuera de España, que sepa que aunque no estuviese con nosotros.
Con independencia de si su sangre es pucelana o no, por el hecho de ser blanquivioleta, su sangre es Valladolid. Da igual dónde estén o de dónde sean, si sienten los colores, ellos también #sonValladolid, nosotros también #somosValladolid.