Jesús Antonio Zalama habla de Mikel Balenziaga, uno de los baluartes de la zaga menos goleada de la segunda división a pesar de jugar en su carril no natural.
Mikel Balenziaga llegó sin hacer mucho ruido al Real Valladolid. Nadie criticó su fichaje, aunque tampoco nadie vio un figurón en él. Esta mesura y regularidad, seña de buenos laterales, le ha acompañado hasta este ascenso.
Llegó para luchar por el puesto de lateral izquierdo con Carlos Peña, titular indiscutible, aunque pronto se vio que la batalla no sería fácil. El principio de temporada deparó la sorpresa del traspaso de Barragán al Valencia CF; al principio Tekio, e incluso Felipe, dos canteranos, ocuparon la plaza del lateral derecho, pero la valía de Balenziaga se hizo notar, y desde que entró con fuerza en la titularidad en ese puesto, no lo ha abandonado.
Mikel, en esa posición de lateral derecho tiene una gran desventaja -que en otras circunstancias sería una gran baza a favor-: Es zurdo, y como la mayoría de ellos, muy cerrado; característica que innata en la mayoría de quienes manejan mejor esa lateralidad y acrecentada en jugadores en posiciones retrasadas.
Este año no ha podido ser un gran asistente desde banda, aunque, curiosamente, el gol de Javi Guerra en Alcorcón vino desde un centro suyo en la banda derecha. Este tipo de paradojas suelen ocurrir en momentos centrales de la temporada, más cuando uno tienta a la suerte con tanta destreza como él cuando se viste de diestro.
Ciertamente no ha podido aportar tanto como Peña en el plano ofensivo, tanto por sus características como por estar en una banda no acostumbrada; en gran parte por la vocación de carrilero de Carlos, pero en defensa ha sido un auténtico titán.
Es preciso matizar que no es un jugador falto de calidad técnica, teniendo en cuenta que es lateral, y que combina con cierta soltura en paredes cortas a la hora de sacar el balón por su banda. Esto es consecuencia de sus años de formación como futbolista, donde llegó a ser internacional sub-21.
Contundencia tanto en el juego aéreo como a ras de césped, desborde por potencia pura, seguridad defensiva y un corte decisivo prodigioso han hecho de Balenziaga un titular indiscutible durante toda la temporada. Su regularidad, nota predominante en este año han convertido a Mikel en un fijo en el once.
No se ha conformado con ello, pues su cierre de temporada está siendo de verdadera mención. Tras haber solventado sus problemas de adaptación a una nueva posición y consolidarse en esa banda derecha, en el tramo final del curso está sobresaliendo en cuanto a juego y estado de forma. Para muestra un botón: El partido en Santo Domingo del pasado miércoles define perfectamente los buenos conceptos defensivos del vasco.
Sin duda, Mikel Balenziaga esta temporada ha luchado contra las adversidades, y no conformándose con superarlas ha conseguido que su nombre suene bien alto, tanto dentro del campo como entre los aficionados.