Jesús Antonio Zalama habla del sentimiento que despierta en el templo blanquivioleta el delantero angoleño, con el deseo de que pueda hacer, por qué no, el gol del ascenso.
Si este año hay un jugador que es contrapunto de todo, continua polémica, y que por supuesto no deja indiferente a nadie, ese es Mateus Alberto Contreiras Gonçalves, más conocido como Manucho.
Minuto sesenta y pico de un partido como otro cualquiera en Zorrilla esta temporada, y nuestro protagonista salta al césped para realizar los ejercicios de calentamiento. La grada entera aplaude, aunque nunca sabremos en qué proporción estos aplausos son sátira, verdadera devoción, o desembarco de nervios. Tampoco sabremos si los gestos que él dedica al respetable son de veras agradecimientos.
Manucho es puro romanticismo en el José Zorrilla, cumple todos los tópicos románticos por excelencia. Lo primero que salta a la vista es su nombre futbolístico y su físico.
Es exotismo en estado puro en estos dos aspectos; ese nombre que nos refiere directamente a jugador africano, concretamente angoleño (lugar exótico donde los haya), y ese físico espectacular para la práctica deportiva. Un físico que no hemos visto por aquí en mucho tiempo, y que igualmente se desaprovecha.
Manucho es un jugador libre, y esto se marca en sus actos. No tuvo problemas en venir más tarde de lo debido después de Navidad, y si sigue disfrutando sólo del banquillo, no creo que tenga problemas en marcharse con su selección antes de que su equipo consiga el ascenso.
Es un jugador irreverente, contrapunto de todo. Si se pregunta por el peor jugador de la plantilla, mucha gente seguro contestaría con su nombre, en cambio, si el equipo encaja una derrota, muchas veces será por culpa de Miroslav Djukic, por no haberle dado más ‘bola’.
Es el puro ‘Yo’ por encima de todo, exaltación de la individualidad, y esto se vio reflejado estupendamente en su presentación. Manucho no hablo de metas colectivas, de permanencias o algo más… el simplemente dijo: «Meteré treinta o cuarenta goles».
Podría seguir enumerando demás características románticas, totalmente definidoras de este jugador como son el ‘Homo viator’ y otros tantos, pero quisiera destacar algo más positivo que nada de lo anterior y que mucha gente comparte conmigo.
Manucho es puro sentimiento para la grada, sin entrar a discutir en qué grado, y como puro sentimiento que es, siempre está en los momentos en los que esta particularidad humana se comprende a flor de piel. Él fue quien marcó en Riazor y nos dio una de las alegrías más grandes de la temporada, pero siendo fiel a su estilo, ese estilo romántico, fue capaz de llevar nuestros sentimientos al opuesto radical sólo una semana después, marcándose un gol en propia meta en el último minuto, perdiendo dos puntos.
Y es por eso, por ese carácter romántico, por esa capacidad de exaltación total de los sentimientos de la afición blanquivioleta que tiene el delantero angoleño, por lo que yo también creo que él nos dará el ascenso, y como buen romántico, lo hará con épica.