El extremo derecho posee en su versatilidad una de sus más destacadas cualidades. Ha habitado ambas bandas como extremo, en el centro del campo y, en el último compromiso en el Nuevo José Zorrilla, de lateral derecho.
Podía parecer una noticia alucinante, de las que impactan desde el primer momento, hasta que, por fin, llega. Se mastica y se comprende. «Perfectamente posible», contestaría más de uno al enterarse de las intenciones del técnico del Real Valladolid, Miroslav Djukic, de ubicar a Sisinio en una posición más retrasada a la que acostumbra. Aunque nunca lo hubiera visto en esa demarcación.
Sin laterales del primer equipo para enfrentarse al Cartagena por la sanción de Mikel Balenziaga, se echó la táctica a la espalda y buscó una solución: jugar con «doble» extremo.
Sisinio siempre cuenta que se encuentra bien en cualquier posición donde se le encomiende jugar. Como un crío cuyo único y principal deseo es salir al campo y aportar. O como un profesional ejemplar del fútbol. Flexible. Y, así, fue recibiendo las correcciones tácticas durante la semana para acometer este reto de la forma más eficaz.
A diferencia de Mikel Balenziaga, lateral zurdo que ha estado situado en el sector derecho de la defensa gran parte de la campaña, las opciones de Sisinio partiendo desde atrás y proyectándose al ataque son más amplias.
El lateral vasco se ha mostrado muy sólido en un hábitat que no era el suyo. Fuerte y seguro cuando el rival lo busca, e inteligente cubriendo los espacios que sus compañeros abandonan en determinados lances del partido. Titular.
Pero el equipo de Djukic orbita en torno al balón, mediante ataques posicionales que terminan, en zona de finalización, con las figuras de Guerra, Óscar, Bueno o Nauzet como responsables del gol. Sin embargo, el Real Valladolid no rehuye de jugar de forma directa cuando la situación lo requiere. En ambas maneras de atacar, Sisinio ofrece ventajas.
Además, si enfrente se encuentra un rival más débil, que esperará su oportunidad sin necesidad de incrementar el tanto por cierto de su posesión, el potencial de otro futbolista de carácter ofensivo en el once puede notarse, todavía, en mayor medida. Y se sintió en todo el sector derecho del ataque vallisoletano.
Sisinio, empujado por el ímpetu de un correcaminos confiado, buscó las superiorides junto a Nauzet. En el centro del campo, aparecía para unirse a la vanguardia ofensiva que nunca había abandonado y hacer del factor sorpresa la principal virtud del Real Valladolid en el flanco derecho.
El extremo canario, por su parte, tuvo que entregarse más en defensa de lo que acostumbra y retornar en aquellos momentos -unos cuantos- en los que su pareja de baile se había quedado en posiciones más adelantadas.
Entrega y omnipresencia. Sisi, enfundado en su rol defensivo -del que no ha rehuído como extremo- aparecía en varias zonas del campo para ejecutar ayudas defensivas, para demostrar que es capaz. Igualmente, frenó los desbordes del ataque murciano. Sin desbordes, veloz en la marca. Desatado en el interior de una burbuja de motivación y dominio en la que se hallaba, demostró por qué es el futbolista de las mil caras.