Después del gol, se dejó llevar por una realidad que se le había echado encima: convirtió el tanto de la victoria y a él en el máximo protagonista. Una buena película necesita a un buen secundario.
— No era una rabia recubierta de odio. Ni mucho menos.
— Porque sonreía después de haber conseguido lo que todos querían, ¿no?
Se quitó la blanquivioleta, dejando ver una camiseta completamente morada. Se había disfrazado de héroe para salvar a una chica que, esforzándose por no caer al precipio, se agarraba afanosamente a la repisa del edificio. En la amplia sala de espera para sacarse el carnet de salvador, permanece sentado. Sabe que no es el primero, que no lo llamarán antes que a otros compañeros sentados a su lado. Lo asume con una mezcla de resignación y fe, como ilusionado por convertirse en el centro de los halagos por una vez.
Jofre Mateu, por favor, salga al estrado.
— «Ésta es la mía», pensó. Volcán ofensivo, el Real Valladolid no podía soltar sus manos de lo que le mantenía vivo. Junto al extremo zurdo, actuaba Manucho, Guerra, Óscar y Nauzet en un cartel de puro ataque. No portaban capa alguna, o al menos, no era visible para el poco público que presenciaba una película cuya acción aceleraba por minutos. Angustia, tortura en el estómago. Pero que no termine, no sin final feliz.
¿Dónde están los típicos héroes de este género? —»¡Apareced, sacad la capa!», suplicaba para sí misma una aficionada aferrada a su bufanda.
Jofre aguardaba en zonas interiores de ataque, en una de las numerosas escenas trepidantes del filme. Recibió Guerra y, de espaldas, descargó para aquel actor secundario y sin capa. Entonces, golpeó con furia. Era el gol de la rabia contenida, ansiosa por salir y liberarse. Como la del espectador que, asfixiado por un guión virado e inesperado, busca el final que había deducido.
Se conocía que el reparto lo formaban tipos de capa roja y alargada. Los papeles principales se reservaron para ellos. O eso creían saber los asistentes. Al finalizar la película, llegaron a la conclusión de que las grandes obras maestras requieren, en muchos casos, de secundarios sorprendentes y apariciones imprevistas.
– Jofre Mateu es el futbolista de la plantilla que más partidos ha jugado partiendo desde el banquillo -diecinueve-. Con 1192 minutos a sus espaldas, repartidos en 30 partidos de las 34 jornadas consumidas hasta la fecha, ha anotado tres goles y dado dos asistencias.