El Real Valladolid no incorpora a ningún futbolista en uno de los mercados invernales más tranquilos de los últimos años.
El mercado de invierno de la edición 2011/12 llega a su fin como uno de los más relajados de los últimos años en el Nuevo José Zorrilla. Con un escenario de ley concursal, pero en ascenso directo a la primera división, el Real Valladolid encara la segunda vuelta de la competición sin nuevos inquilinos en el vestuario.
El interés del conjunto escocés del Glasgow Rangers sobre el delantero Javi Guerra ha significado la perturbación más peligrosa para Carlos Suárez en este enero que se va. Pese a todo, el futbolista buscará en Valladolid el objetivo del ascenso; y el mismo vestuario con el que comenzó la temporada, también.
No obstante, el conjunto pucelano suele reforzarse en el mercado de invierno. En las últimas cinco temporadas, de alegrías y penas, se han incorporado trece jugadores en el primer mes del año a la disciplina blanquivioleta.
Retrocedamos en el tiempo hasta enero de 2007. El torbellino de la crisis económica todavía remueve pocas hojas caídas. Pese al frío natural de estas fechas, en Valladolid se vive con fe y seguridad una campaña que terminaría en récord y en ascenso prematuro a la liga de la fama.
Un delantero búlgaro, Vladimir Manchev, arribaba al Nuevo José Zorrilla con la intención de ayudar a Mendilibar y a los suyos a lograr la gesta. Por delante tenía a Joseba Llorente. Con seis goles en su haber, ayudó a cumplirla. El más importante de ellos sellaba la vuelta a primera división.
El segundo futbolista que se unió a la plantilla del cuadro de Mendilibar fue Kome, procedente del Mallorca. Su rendimiento y trabajo fueron útiles, dejando un buen sabor de boca en la ciudad. En la línea de todo el grupo.
Valladolid en 2008 permanecía alborozada por ser de primera. La personalidad del Pucela, afianzada en el curso anterior, se mostraba en cada partido disputado. En el mercado de aquel año, dos futbolistas aterrizaron en el conjunto recién ascendido: Aguirre y, de nuevo, Manchev. El búlgaro regresaba apenas medio año después de su adiós.
Sebastián Aguirre terminaba de ganar el Apertura con Lanús. Reforzaría la zona ancha, más concretamente el costado diestro, si bien podía desenvolverse también en zonas interiores. Dejó un tanto para la salvación, el del Benito Villamarín de Sevilla conseguido en la temporada posterior.
Enero de 2009 repetía en la máxima liga. Con el mismo ambiente futbolístico, aunque sin Joseba Llorente, su viejo hombre-gol, el equipo buscó afianzar su ataque con la llegada desde el Atlético Paranaense, por cesión, del brasileño Pedro Oldoni. Triunfó más entre las aficionadas que en el césped.
Un año después, los pasillos, oficinas y vestuario del Nuevo José Zorrilla habían cambiado. Un bloque partido en pedazos; y Mendilibar contra unas cuerdas que se romperían, igualmente, en enero.
En el mercado invernal, los vallisoletanos fortalecieron la defensa con Del Horno, cedido desde el Valencia y el central portugués Henrique Sereno. En ataque, procedente del Atlético de Madrid, un Keko tan deseoso por demostrar como precipitado, encontró hueco en la plantilla pucelana. El extremo derecho dejó destellos de una calidad que no ha vuelto a mostrar; Sereno se evidenció como un central apto; y Del Horno sorprendió gratamente por su dedicación.
Pero el descenso se consumó y en segunda -más si cabe- la lluvia helada de invierno se convierte en hielo. Enero de 2011. En un banquillo inestable, dejado por Antonio Gómez, se sentaba Abel Resino.
La necesidad de reestructuración atosigaba. Se pedía un pilar fiable a gritos. Llegaron dos, Mehdi Nafti y Juanito. El mediocentro se erigió como líder pronto. Juanito, por su parte, aportó su experiencia en la zaga. A ellos se sumaron Matabuena, Fábio Faria y William Ferreira en el mercado invernal más exuberante de los últimos años en el club blanquivioleta.
El centrocampista procedente del Sporting contó con pocos, pero más minutos de los que tuvo el central Fábio Faria. El delantero Ferreira apenas pudo deshacer las maletas y se volvió a Club Bolívar tras uno de los traspasos frustrados más grotescos que se recuerdan en la capital pucelana.
Después de un mercado de invierno silencioso, el feo escenario que supone una soga económica al cuello, se maquilla con un vestuario poderoso y el objetivo de volver a la máxima categoría más cercano que hace un año.