Ambos futbolistas, ahora en el Hércules, han formado parte del Real Valladolid. El habilidoso Tote lo hizo en la temporada 2001/02 y en la 2005/06. Aganzo fue el máximo goleador del equipo en el curso 2002/03.
El fútbol quizá no le ha tratado como su talento merecía. Quizá, él no trató al fútbol como un jugador de su talento debería. Jorge López Marco, ‘Tote’ (Madrid, 1978) es una de esas personas que marcan etapas en los equipos por los que pasan.
De esos nombres que alcanzan el grado de ‘clásicos del siglo XXI’ pese a no haber pasado muchos tragos con sus equipos. Tote lo hizo en Valladolid.
El atacante madrileño ha vivido dos etapas en el Real Valladolid, una de ellas para su recuerdo; otra, para dejar de lado. Vistió por primera vez la camiseta blanquivioleta en la temporada 2001/02, al llegar desde el Real Madrid en calidad de cedido al Nuevo Estadio José Zorrilla.
Se alzó como uno de los miembros que más minutos disputó en la temporada de aquella plantilla entrenada por Pepe Moré. Además, logró la plausible cantidad de ocho goles, cifra sólo inferior a la de Fernando, quien hizo quince dianas para convertirse en el pichichi del equipo pucelano.
Para él, fue la mejor temporada de su carrera. En octubre de 2001, el conjunto de Moré visitaba San Mamés. Un estadio mágico, donde se respira fútbol por todas las dimensiones. Allí, Tote consiguió su primer y único hat-trick en primera división. El pucela venció por un increíble uno a cuatro y se llevó más de tres puntos a casa. Todo hacía indicar que ese año iba a ser trascendental para el delantero albivioleta.
Otro momento para el recuerdo del ahora jugador del Hércules se vivió en la jornada diecinueve de la temporada 2001/02. Se encontraban el Real Valladolid y el Mallorca en el José Zorrilla. El Pucela, dañado por motivo de la goleada recibida en Anoeta por la Real Sociedad (6-0), quería lavar su imagen mostrada.
Entonces, Tote rodeó al balón de magia, quebró a dos jugadores rivales, apuró línea de fondo y, cuando todo parecía perdido, llegó el silencio. Tras él, una rabona que enloqueció a la hinchada pucelana. El encuentro terminó con triunfo local por dos tantos a uno.
Y si puede recordar partidos de alegría y goles en Valladolid, uno de ellos lo conserva con especial mimo en su memoria: el realizado en el estadio de La Rosaleda frente al Málaga. Con su fabuloso tanto, le dio la victoria al equipo blanquivioleta. Ya había provocado el penalti del primer gol, pero no se cansó y remató una faena mágica.
Él vivía con esa capacidad. La sorpresa. El genio del que posee más de lo que enseña, pero lo que se guarda es bien conocido por la gente. Se sabía de su técnica, se conocía su visión de juego. El regate.
Cuando finalizó su cesión en Valladolid, volvió al Real Madrid. Saltamos en el tiempo. El Real Valladolid ha vivido un descenso a segunda división y empieza a desalentarse en una liga que no le corresponde. Vuelve, ya en propiedad, a un club del que guardaba un recuerdo positivo.
Significa su primera experiencia en la liga de plata después de años jugando en la primera división. Los mandos de la nave los maneja Marcos Alonso. Pero el entrenador fracasa, así como todo el equipo pucelano, y es sustituido por Alfredo Merino. Con el preparador palentino, debutante en esas lides con el Real Valladolid, tampoco rindió al nivel exigido.
Así, Tote terminó su aventura en Valladolid de una forma agridulce, abandonando la entidad por la puerta de atrás. La nefasta temporada 2005/06 previa a la del ascenso, emborronó algunos de sus actos desarrollados en la ciudad del Pisuerga.
Originó diversidad de opiniones a su alrededor. Para algunos aficionados pucelanistas, fue un jugador desperdiciado; otros guardan un buen recuerdo de él. Y existen coincidencias: poseía una enorme clase.
Ahora, y desde que se marchara del Real Valladolid al finalizar la campaña 2005/06, última del club blanquivioleta en segunda antes del ascenso con Mendilibar, juega para los blanquiazules del Hércules. Volvió a la liga de las estrellas, y anotó un gol frente al Atlético de Madrid -en el Rico Pérez- en la victoria por cuatro a uno frente a los colchoneros.
Sufrió una lesión de rodilla ante el Almería en la liga que le ha impedido competir desde hace nueve meses. Pese a ese infortunio y al descenso de categoría, continúa en la entidad alicantina, donde ha conseguido estabilidad y ha aparcado las maletas.
Sin embargo, a sus 33 años y ya recuperado, volverá el domingo a estrechar la mano de un equipo que le dejó una marca imborrable. Espera reaparecer en el Rico Pérez, y de la forma más extraordinaria: frente al Real Valladolid.
Otro delantero del Hércules, que un día ocupó el vestuario de local en el Estadio José Zorrilla, es David Aganzo (Leganés, 1981). En la temporada 2002/03, la última con Pepe Moré en el banquillo pucelano, llegó cedido del Real Madrid un delantero joven de brega y coraje.
Únicamente disputó una temporada en el club vallisoletano, pero en ella se convirtió en el máximo goleador del equipo gracias a sus nueve goles. No disponía de una técnica envidiable, pero la sustituía por otras cualidades.
Uno de los goles más significativos del delantero madrileño con la blanquivioleta fue el logrado en la última victoria del Real Valladolid al FC Barcelona en el Nuevo Estadio José Zorrilla. El conjunto pucelano batió al catalán por dos tantos a uno.
Tras el Valladolid, los equipos en los que siguió dilatando su historia deportiva fueron el Racing y el Rayo, si bien también ha jugado en otros como el Levante o el Alavés. Desde este verano, después de abandonar Vallecas, forma parte de un Hércules cuya meta final es el retorno de categoría. Junto a Tote.
Dos hombres cuyo pasado ha estado ligado al Real Valladolid, y que el domingo esperarán cegar al equipo dirigido por el ex técnico herculano, Djukic, para mantenerse en la cima de la clasificación.