Tocaba viajar a Tordesillas para disputar la segunda prueba del verano. Concretamente, dos pruebas en una. El Real Valladolid disputaba el torneo 3×1 “Villa del Tratado”, en el campo de Las Salinas, frente el anfitrión Atlético Tordesillas y el Zamora CF. Dos rivales diferentes, noventa minutos de juego.
El turno de los blanquivioletas comenzaba una hora después de que lo hiciera el del “Torde” y Zamora. El mini-partido, de 45 minutos de duración, entre los dos rivales del equipo pucelano, se saldó con victoria para el Zamora CF, por 0 goles a 1, y triunfo en la tanda de penalties para los locales.
El once ante el Zamora estuvo representado por Jaime en la portería, Valiente y Rául Navas en defensa, los canteranos Gómez y Tekio en los laterales –la entrada de Tekio, en sustitución del lesionado Barragán, fue la novedad más importante- de un once inicial organizado en un 4-2-3-1, enfatizando en la figura de media punta de Óscar.
Él, como el resto del equipo, no estuvo tan activo como en el primer test frente al Íscar. La calma inicial se alargó más de la cuenta ante un conjunto, el Zamora CF, bien situado, rocoso, que creaba complicaciones a los de Djukic y evitaba que pudieran jugar con velocidad y orden.
Las oportunidades de romper la monotonía y la carencia de intensidad las ponía Jofre, el más activo en labores ofensivas durante el juego. También Nafti dispuso de un disparo que repelió el portero rival Sergio Sánchez y Sisinio, que no supo conectar de forma eficaz con Aquino en una jugada en la que tuvieron todo para marcar. El Real Valladolid intentó crear algo más en ataque, retrasó líneas rivales, pero nada evitó el empate a cero final.
Por otro lado, el meta Jaime tuvo varias intervenciones de importancia en los ataques que originó el Zamora CF. Eso durante el partido, porque en la tanda de penaltis, detuvo dos que, unidos a los marcados por Aquino y Jofre, y pese a los errados por Rubio y Sisinio, dieron la victoria desde la línea de once metros a los blanquivioletas. (2-1 en penalties).
Ante el Atlético Tordesillas
Tras el descanso, llegaba el Atlético Tordesillas con ganas de poner las cosas difíciles a un equipo en el que llegaron a jugar simultáneamente dos jugadores, Alberto Bueno y Manucho, cuyas fichas podrían pagarse a futbolistas de Primera División. Paradojas que no mejoraron la imagen ofrecida en el anterior partido. Ni ellos ni el equipo que sacó el técnico pucelano, semejante al once que jugó la segunda mitad en el primer encuentro de pretemporada.
La portería, y ahí está el cambio, fue ocupada por el espigado portero Jon Villanueva, recientemente fichado de la cantera bilbaína. La línea de cuatro alternaba veteranía con gran juventud: Felipe al lateral derecho, Juanito y Fran No como centrales y Peña al costado zurdo. Sobre el papel, ya que Fran No llegó a jugar por delante de Jesús Rueda, previsto pivote que acompañaría a Alonso en el medio campo. Víctor Pérez, con un debut notable en Íscar, se movió por tres cuartos y Quique Marquitos y Bueno, lo hicieron en la primera línea. El primero de ellos jugó por el centro, dejando a Alberto y Marquitos con las bandas.
Un once que, pese a su juventud, no dotó de frescura y viveza a un Real Valladolid con poca sangre y mucho sudor. En pretemporada, también hay que tenerlo en cuenta, esto es más difícil.
Quique, más suelto por el centro que entrando desde banda, protagonizó las ocasiones más evidentes de peligro que el portero Barajas se encargó de deshacer. Los cambios variaron el esquema en la media. Juanito dio paso a Matabuena, que pasó a ocupar el centro del campo, retrasando a Fran No hasta el centro de la defensa; Manucho ocupó el centro del ataque en lugar de Quique y Toni entró por Marquitos. Pocas cosas cambiaron; los sustitutos no aportaron la chispa necesaria, sino la expectación, gritos de apoyo y también risas irónicas para el angoleño Manucho. Reacciones despertadas entre los aficionados como las surgidas cuando saben que el jugador ya no es de su “propiedad”. No más que un invitado para la ocasión.
Entonces, tras la esperada hilaridad nacida de un público aburrido de un partido poco sugestivo, llegaron los aplausos. El marcador señalaba el minuto 39. Manucho, el de la vis cómica, cayó en el borde del área. Libre directo para el Real Valladolid. Estaba cerca de la portería, ideal para Jorge Alonso. Mira la pelota, mira la barrera, y termina por mirar a la escuadra, donde lleva el balón y el gol de la victoria.
Con la victoria ante el Tordesillas y el empate ante el Zamora CF, el Real Valladolid se llevó el trofeo “Villa del Tratado” con poco brillo y frescura. Es tiempo de corregir y seguir.