
Dos años, justo lo que ha competido el Real Valladolid Femenino en la máxima categoría, es lo que ha durado la sección. Después de que los malos resultados condenaron a las chicas del Pucela al descenso allá por el mes de abril, muchos fueron los que se aventuraron a decir entonces que el equipo desaparecería siempre que la sección principal del club no alcanzase el éxito ansiado. Si los chicos de Abel Resino ascendían, cabía la posibilidad de que el equipo continuase a pesar del descenso, que quedaban se esfumaron el día que el Real Valladolid cayó eliminado en Elche.
Habla el club de parón durante al menos un año, por lo que la desaparición de la sección puede no ser definitiva si en un futuro se da un contexto más favorable. Debe serlo económicamente, cómo no, pero también a nivel federativo, pues la nueva reglamentación impuesta arbitrariamente por la Real Federación Española de Fútbol dificulta el éxito de una apuesta como la realizada por el Real Valladolid con el fútbol femenino, pues después de que al inicio de la pasada temporada esta institución se comprometiese a que no hubiese ningún descenso, a lo largo de la misma cambiaron las reglas de forma unilateral, incluyendo siete descensos a la Superliga B.
En el año 2009 la entidad blanquivioleta decidió iniciar esta aventura, la de confeccionar un equipo femenino, como respuesta a la idea de la RFEF de potenciar la nueva Superliga femenina. Con Paco de la Fuente como cabeza visible del proyecto, otra de las razones por las que se creó la sección fue el deseo de no dejar sin equipo a las jugadoras vallisoletanas que militaban en el extinto Juventud Rondilla femenino.
Once puntos en catorce encuentros fue el bagaje con el que finalizó la primera temporada del RVF, una primera temporada en que las chicas de Paco de la Fuente fueron de menos a más y lograron su primera y única victoria en competición. Con esa sensación de evolución comenzó esta última campaña, con la ilusión de seguir apostando por un proyecto que requería tiempo, paciencia y una ilusión creciente.
El 20 de agosto del verano pasado se presentaba el equipo contra el Rayo Vallecano. Los amistosos disputados daban ya la sensación de un equipo compacto y con las ideas claras, pero a la postre no pareció ser así. En muchas ocasiones la superioridad aplastante de las rivales y en otras ocasiones la desidia y el propio hastío, hicieron entrar al equipo en una dinámica negativa de la que ya nunca se saldría.
Como en verano, fueron varias las jugadoras que abandonaron la disciplina blanquivioleta mientras transcurría la competición. En contraposición, Tan, Claire y Rona, tres taiwanesas, ponían la nota exótica a un equipo aún bastante alejado del profesionalismo soñado.
De la mano de Pepe Chou, padre de un antiguo jugador de las categorías inferiores del club y de origen asiático, se establecieron unos lazos con la federación de fútbol de su país que terminaron trayéndolas a cambio de la obligación de prestarles manutención.
A pesar del ‘boom’ inicial y el salto de calidad que con ellas se dio, los resultados continuaron siendo malos e incluso excesivos, como las derrotas ante el Sevilla por siete goles a tres o frente al Oviedo Moderno por cuatro tantos a uno. Terminó esta temporada con un mal bagaje de once derrotas y únicamente tres empates, que relegaban a las chica de Paco de la Fuente a la última posición y, después de los cambios previstos por la Federación, a la Superliga B.
Fue el Real Valladolid, junto al Sevilla, uno de los poquísimos equipos que aceptaron tener representación femenina en la regeneración de la disciplina planteada por la RFEF. Pretendieron éstos que de la nada surgiesen multitud de canteras, como de hecho nació la blanquivioleta, y no fueron pacientes y consecuentes con el modelo que pretendían iniciar cuando requirieron a los clubes militantes en las ligas BBVA y Adelante que creasen tal sección, algo que muchos se negaron a realizar y que sólo unos pocos como el F.C. Barcelona se encargaron de potenciar.
Atendiendo a las informaciones que llegan desde el club, el experimento no se zanja con un adiós, sino con un hasta luego. No deja tampoco completamente desamparadas a las jugadoras que vistieron la zamarra blanca y violeta la última temporada, pues tienen la opción de competir con el Rayo Simancas en la misma categoría que lo habrían hecho de continuar la sección, la Superliga B. En adelante, quién sabe si de nuevo con la paciencia, la ilusión, el trabajo y el esfuerzo que el proyecto requería, la sección vuelve por sus fueros. Si lo hace, por el cierre temporal, será de nuevo de cero.