El dato es un hecho objetivo capaz de ofrecer distintas valoraciones. Ocurre con cualquier muestreo estadístico y ocurre igualmente, cómo no, con el fútbol. Según el sistema de puntuación, un empate en el marcador equivale a un punto más en el casillero. Sin embargo, en función de lo que ocurre sobre el terreno de juego, eso puede acabar siendo un mérito o un despropósito.
El partido de hoy frente al Elche plantea esa doble lectura. Por un lado, el Pucela vuelve a sumar después de la derrota en Sevilla y lo hace, además, fuera de casa. Por otro, desperdicia una oportunidad inmejorable para llevarse un triunfo que, con todo, hubiera sido injusto.
Por momentos, el choque vivido en el Martínez Valero pareció un calco de lo sucedido hace apenas siete días en el Ruiz de Lopera. El cuadro local –en este caso, el Elche– volvió a atenazar a los de Gómez que, sin embargo, se fueron al descanso por delante en la única oportunidad clara de gol de la que dispusieron.
La eficacia blanquivioleta sigue intacta. En la única opción en la que Pedro López pudo sumarse en ataque en toda la primera parte llegó el 0-1. Otra transición de manual entre el valenciano y Nauzet Alemán, balón al área del canario y nuevo tanto de Javi Guerra.
Una ventaja que, de nuevo, se esfumó prácticamente a la vuelta de vestuarios. Palanca quebró bien en un palmo de terreno, puso un centro que quedó muerto en área pequeña, donde entró Kike Mateo para establecer la igualada.
El empate animó al Elche hasta el punto de que el conjunto ilicitano estuvo a punto de consumar la remontada. Jacobo, en dos ocasiones, evitó el segundo gol blanquiverde. Primero, en una mano sensacional a remate de Pelegrín; y, posteriormente, desviando con el pie un tiro raso de Palanca, el hombre del partido.
Pero hay cosas que no varían entre 1ª y 2ª. Poco importa la categoría, puesto que el que perdona lo acaba lamentando. Sin quererlo, el Valladolid se encontró en la recta final con un penalti a favor, la expulsión del portero rival y a Palanca situado bajo palos ya que Bordalás había agotado el cupo de cambios.
Jorge Alonso anotó con cierto suspense el 1-2 poniendo en bandeja la victoria. Sólo restaba dejar pasar los minutos de la basura para saborear los tres puntos. El problema es que los de Gómez se lo tomaron casi al pie de la letra. Con todo a su favor, no sentenciaron y en el último arreón del Elche, llegó el empate final de Pelegrín.
Empate agridulce del Valladolid que vuelve a la senda de los puntos a costa de tirar por la borda un triunfo a su alcance.