Vaya por delante que creo que el domingo no merecimos ganar, ni siquiera empatar, ante el Real Madrid. Nuestros propios errores defensivos, la “buena labor” de Mejuto González y una buena defensa y un mejor ataque de los merengues conseguidos en parte gracias a los millones de Florentino fueron las causas que nos condenaron a no tener en ningún momento opción de sacar siquiera un punto. Bueno, y por qué no decirlo en ésta ocasión, la mala suerte también se cruzó en nuestro camino, ya que dos palos no se suelen dar en muchos encuentros.
Quería comenzar hablando de la actuación de Mejuto González y de la reacción de todos los medios, sobre todo los madrileños. ¿No es lamentable que algunos periódicos deportivos –todos sabéis a cuáles me refiero- apenas se molesten ni en nombrar los dos penaltis que hizo Sergio Ramos? El primero, aunque menos clamoroso que el segundo pero más trascendental, fue apenas comenzado el partido, en el minuto dos. Nauzet conseguía interceptar un balón que iba a Casillas y cuando se disponía a rematar, el internacional andaluz, en su empeño por despejar el balón, propinó un patadón antológico a Nauzet; ¿penalti? Para Mejuto no.
El segundo fue el colmo de lo que muchos periódicos deportivos hacen llamar “el Villarato”. La situación era ya muy poco optimista para el Pucela, con el 0-3 en el marcador, lo cual resta trascendencia al penalti, pero es que realmente éste si que era de escándalo. Los protagonistas eran los mismos. Nauzet intentó buscar portería con un buen disparo, pero Sergio Ramos se interpone, o más bien interpone su mano derecha en la trayectoria del balón. Todo el estadio lo vio menos Mejuto y sus asistentes. Y por si fuera poco, debería haber sido penalti y expulsión, pues el defensa ya tenía amarilla.
Visto lo visto, ¿cómo se pueden quejar los medios madrileños del pisotón de Nivaldo a Cristiano Ronaldo? Vale que el brasileño debiera haber acabado en los vestuarios, y quizá con más de un partido de sanción, pero eso no es excusa para escudarse en tan sólo esa acción del partido y olvidarse del resto de jugadas polémicas. Pero claro, como ésta la protagonizó el “tío más popular, el más carismático y el que rueda anuncios para Nike”, pues es la más importante y la única digna de mención. De los dos penaltis y la expulsión de Ramos, mejor ni hablar, que entonces se nos hunde la excusa del Villarato.
Estos dos penaltis tan clamorosos se irán al limbo de las penas máximas no pitadas en Zorrilla, junto al penalti a Marquitos en el 0-4 contra el Atlético de esta temporada o las manos de Míchel Salgado en su área en la temporada 2007-2008, en el partido que terminó 1-1 con aquel golazo de Pedro López. O por recordar otro, el agarrón de Pablo a Joseba Llorente que no pitó Iturralde y acabó con el Valladolid eliminado de la Copa del Rey hace también un par de temporadas. Por cierto que en la presente, con 26 jornadas de Liga disputadas, sólo nos han pitado un triste penalti contra el Tenerife.
Cosas como estas son las que me hacen que me dé pena estar estudiando Periodismo. Meterme a la página web de Marca y encontrarme con titulares como: “A Cristiano le atizan por todos lados”, “El Real Madrid no denunciará a Nivaldo”, “Lo de Nivaldo, injustificable” o “Cristiano tiene motivos para quejarse de la dureza de los rivales”, hacen que me parezca tristísimo pensar que haya gente que viva en su mundo de esa manera. ¿Qué pasaría si fuera al Madrid al que no le hubieran pitado esos penaltis?
A todo esto, quiero terminar diciendo que Nivaldo debería mirarse lo suyo. No es ni medio normal con la dureza con la que juega el brasileño, y ahora sí que se ha ganado una fama de leñero, y con razón.