En el cómputo global del partido, el empate puede considerarse como bueno. Máxime teniendo en cuenta que es la segunda semana consecutiva sumando, que se ha logrado en un feudo poco propicio históricamente y que otros resultados de rivales directos han favorecido en la jornada de hoy. No obstante, a tenor de lo vivido en los últimos minutos, el gol postrero de Camuñas deja con la miel en los labios ante la posibilidad de haber obtenido una victoria que se ha escapado casi con el tiempo ya cumplido.
En todo caso, y atendiendo a las palabras de Onésimo en rueda de prensa posterior al partido, el punto logrado también ofrece una lectura que invita al optimismo de cara al futuro inmediato. El equipo, aunque lo haga al ralentí, progresa adecuadamente.
Hoy se sobrepuso al imprevisto inicial de no poder contar finalmente con Pelé, baja a escasos minutos de comenzar el encuentro. Lázaro, como ya viene acostumbrando, solventó perfectamente la papeleta y lideró al equipo en el medio campo ante el arreón inicial de los «rojillos», que lanzaron dos veces contra la madera en la primera parte.
Superado el susto inicial, el juego áreo de Manucho –hoy más que nunca la principal referencia ofensiva de los blanquivioletas– y, sobre todo, la velocidad de Keko, contribuyeron a nivelar al choque y a que el Valladolid pudiese gozar de ocasiones. Precisamente el canterano atlético contrarrestó, en una buena acción individual, sendos remates al palo de Pandiani y Nekounam.
A vuelta de vestuarios, la dinámica de los primeros minutos no sólo se invirtió, sino que sirvió para acrecentar el dominio de los Onésimo, mucho más a gusto sobre el césped del Reyno de Navarra a medida que iba avanzando el partido.
Afortunadamente para los intereses pucelanos, Nekouman volvió a toparse otra vez con el poste de la portería de Villar y, ante esa nueva caricia de la fortuna, Medunjanin decidió que no merecía la pena seguir tentando a la suerte. El bosnio-holandés volvió a sacar su fusil en el minuto 80 para poner por delante a los suyos y hacer creer que la primera victoria blanquivioleta en tierras navarras era posible.
Nada más lejos de la realidad. Del posible 0-2 al empate. Manucho falló a placer tras otra buena acción de Keko y, en la siguiente jugada, un buen centro cerrado de Rúper encontró la cabeza de Camuñas en el segundo palo, que puso el empate final en el marcador.