Reconocía Mendilibar en rueda de prensa al finalizar el partido que cada uno podía otorgar el valor que quisiera al punto logrado. En una semana tan movida como la que acaba de finalizar, el botín traído de Santander puede servir de bálsamo para suavizar el escozor originado por unas declaraciones más o menos oportunas –según se mire– o por unas multas bien o mal impuestas a estas alturas de temporada.
Pero no conviene engañarse pensando que el empate de hoy fuera de casa alivia los males que el equipo arrastra desde que se inició el campeonato. El Pucela nunca intimidó en ataque y no ofreció en ningún momento una mínima propuesta de querer jugar al fútbol. Por contra, al menos, volvió a ser solvente atrás y no cayó en los mismos errores de la pasada jornada frente al Atlético.
Mendilibar se remangó los brazos para improvisar un once con Baraja y Carlos Lázaro, en el doble pivote; Borja, en banda derecha; y Haris Medunjanin, en la mediapunta. Es decir, y entre otras cosas, una pareja inédita en el medio campo o un mediocentro reconvertido a extremo derecho.
Siempre quedará la excusa de las bajas. Pero lo que no es una excusa es que el Pucela tenía necesidad de volver a sumar inmediatamente y cuanto antes, y que Santander se antojaba una plaza adecuada para poder hacerlo. Así que la consigna lanzada con el 11 titular era clara: orden, sacrificio y eficacia.
Un mensaje que el conjunto blanquivioleta llevó a la práctica gracias a que el partido se enredó en la medular sin que la creatividad aflorase por ninguno de los dos bandos. Tuvo que ser en concreto un mal lanzamiento de esquina de Haris, y un peor despeje de Pinillos en el primer palo, lo que provocase que los de Mendilibar se adelantasen en el marcador.
Veinte minutos de partido y el Pucela no sólo había resistido el arreón inicial de los de Portugal, sino que en el segundo tiro a puerta –si cabe considerarlo así al centro del bosnio holandés– ya iba por delante en el marcador.
A los locales no les quedó otra que intensificar su dominio para forzar el empate, sabiendo que un descuido atrás podría propiciar que el partido se les pusiese definitivamente muy cuesta arriba. La soledad de Diego Costa en ataque –y la indiferencia arbitral hacia su lucha individual frente a Henrique y Torrejón– hizo que la ventaja visitante no fuese en aumento.
De que se quedase a la postre en tablas se encargó Sergio Canales, el futbolista de moda en nuestro país. Él representó el peligro racinguista y él se encargó de enganchar a su equipo al partido con un control espléndido y una no menos perfecta definición. Con media hora para el final, ni el Racing pudo culminar la remontada ni el Pucela intentó ser más ambicioso.
Mendilibar:
«El empate sabe a empate nada más. Quizás en el primer tiempo tuvimos más el balón y en el segundo hemos jugado menos, también por que ellos nos han metido atrás. También te condiciona el hecho de que cuando quieres salir a Diego Costa no le pitan nada a favor. En cambio al revés, ellos sí que han sacado muchas faltas al borde del área.
El punto tiene el valor que cada uno le dé. Me voy bien y no pienso para nada en la semana que hemos pasado. Que cada uno diga lo que quiera. Nos olvidamos de la semana y pensamos en el partido de la semana que viene. Éste ya está jugado».
Portugal:
«Hemos sumado un punto y tenemos 20. Hemos jugado bien, con un juego bastante rápido. Hemos tenido llegada y ocasiones. Quizás lo peor es el resultado porque hemos merecido algo más. Otras veces igual mereces menos y te llevas más.
El Valladolid ha hecho bien su trabajo en defensa. Me voy satisfecho porque el equipo ha dado muestras de solidez y Fabio apenas ha tenido oportunidades de parar».